¡Hey! ¡Hola!
Como bien dije, iba a subir en Youtube toooooooooodas las canciones que me inspiraron para escribir esta finalizada novela. Pero, sinceramente, no aguanto más. Tarda milenios en subirse un solo vídeo de 3 minutos y, para cuando lo consigue, me sale que no respeta el copyright. Así que, viendo una solución muy lejana, he optado a lo fácil. He añadido una barrita arriba (SÍ, ARRIBA DEL BLOG) donde puede verse un reproductor de música siempre, se baje o se suba por el blog. En la esquina superior derecha, si pincháis en esa nota musical, os saldrá la lista de todas las canciones que he metido en la Banda Sonora de El Viaje de Melissa.
Me gustaría saber cuál os gusta más. Y, a pesar de haber elegido yo las canciones, no soy un ser neutro sin opinión, y voy a decir mis favoritas y las que NO PODÉIS NO ESCUCHAR (o al menos un poquillo). No tienen nada que ver con mis preferencias o favoritismos, simplemente encuentro que encajan MUY BIEN con muchas escenas que me imagino (como os podéis fijar si ya habéis pinchado en la nota musical, en cada canción pone el nombre o suceso en el que aparece).
Así pues, mis favoritísimas son:
La de Melissa. Creo que refleja muy bien su desconcierto de encontrarse en un lugar completamente nuevo y luego su carácter duro y cascarrabias, pero a la vez su espíritu valiente temerario. Y su honor. Además es muy elegante y no sé, le va pintado a su personalidad. Y es preciosa. Cuando llega el momento subidón es... uala...
La de Crad. OH, DIOS MÍO. ES PERFECTA. Y no porque refleje mucho a Crad sino porque toda la escena que rememora de su niñez ENCAJA PERFECTAMENTE CON ESA CANCIÓN. Al principio, impactado por lo que ve: el fuego, la casa. Luego, corre a salvar a Cede dentro. Y allí se encuentra (ESTO ES UN CAMBIO QUE HE HECHO) a sus padres sin vida y un brujo de brillantes ojos azules delante (no se alteren). Huye y se tira a una cascada junto con el bebé. Entonces lo rescata un nuevo personaje.Y además, es increíblemente bonita.
La de Syna. Fue escucharla por primera vez y decir: "Esta canción es de Syna. Está hecha para ella". Y aquí sale a la luz algo de lo que parece que nadie todavía ha comentado nada. Y es que sí, Syna me recuerda a una asiática. De hecho, a veces no puedo evitar imaginármela con los ojos rasgados. Vamos, pálida, cabello largo, lacio, negro. Pero bueno, cada uno que se la imagine como quiera. Esta composición encaja con una escena que no está subida porque lo escribí hace poco (estoy medioSUPER renovando la novela). En ella mata/ahuyenta a unos bandidos del bosque (como en los primeros capítulos), pero luego, al acercarse al árbol, en lugar de quemarlo, posa su mano en el tronco y lo seca. Así, tal cual, el árbol se seca y las hojas marchitas caen al suelo. Y ella con una mirada triste y melancólica. Creo que refleja su misterio y personalidad fuerte (a pesar de todo... e_e).
La de Gabrielle. Por. Favor. Es la cosa más adorable del mundo. La canción (y el personaje y la persona, pero en especial la canción). Creo que es MUY ADECUADA para Gabrielle ya que, si la escucháis, empieza como una niña pequeña y de repente CHAN, se vuelve más épica. Como Gabrielle, que posee una inocencia pura, pero sin embargo no es pan blando. También me encaja con la escena en la cual se encuentra por primera vez con Syna y casi muere (cuando lo del incendio del carruaje), pero finalmente, por alguna razón, logra volver a levantarse y se va con Syna.
La de Koren. NO. HAY. COLOR. ES LA MEJOR CANCIÓN DE LA LISTA, JUNTO CON LA DE CRAD. Y refleja perfectamente a Koren: de familia noble, acomodado, valiente, pero con un gran honor, respeto y valor del bien. Me lo imagino saliendo a la calle abriendo la puerta de su casa en plan boss. CHANANANANANANANA. Con su espada en la espalda. ¿Chi? También me encaja en una escena futura en el barco junto con Gabrielle.
La de Syna y Gabrielle. ESTE ES EL VÍDEO QUE MÁS BONITO ME HABÍA QUEDADO. Y YOUTUBE ME LO QUITÓ POR NO RESPETAR EL COPYRIGHT O ALGO ASÍ. La canción la encontré hace AÑOS por Youtube, y desde entonces he estado guardándola para esta ocasión. Porque desde siempre me ha recordado a ellas dos y su historia (aún oculta, maldita sea) en común.
La de La Séptima Estrella. No lo llegué a escribir porque no sé. Lo quité, lo olvidé, me quedaba muy largo. Pero en la nueva versión estará. La entrada a la guarida de la Séptima Estrella. De hecho, en el Booktrailer aparece. Es la cascada esa. Y precisamente allí es donde salvaron a Crad y a Cede cuando el incendio. Pero me encanta... imaginarme a todos los miembros allí, compañeros, amigos... Es una sensación increíble.
Que a mí me gusten más estas no significa que las otras no sean bonitas, atención. Lo son, dos de ellas tienen letra (las demás no :3 No soy de canciones con letra). De hecho, la primera de todas, la Principal, es con la que me imagino todo lo que es Anielle. Sus paisajes, sus climas... Todo.
Bueno pues, no doy más la chapa. Allí tenéis la banda sonora que yo tanto esperaba presentaros. ¡Y espero volver pronto de mi letargo estudiantil! (Maldito bachiller...).
Arrivederci!
Miembros de la Séptima Estrella
jueves, 19 de marzo de 2015
viernes, 26 de diciembre de 2014
#Naviblogger
FELIZ NAVIDAD, PRECIOSA
—¡Vas a caerte! ¡Vuelve aquí!
—Vamos, déjala estar. No le va a pasar nada.
—Pero si se cae…
—¡Pues
ya se levantará!
La pequeña seguía
subiendo y bajando las escaleras, sin ninguna preocupación. Pronto cumpliría
tres años, y desde que había aprendido a caminar, cada vez que la familia iba a
casa de sus abuelos en Nochebuena, ella se dedicaba a subir y bajar las
escaleras del salón que llevaban al piso de arriba, donde se encontraban las
habitaciones. Eran unas escaleras majestuosas, y su barandilla era gruesa, de
madera oscura, brillante y sencillamente ornamentada. La oscuridad del piso de
arriba no le daba miedo, y en cada subida y bajada iba más deprisa.
Tras cenar y brindar por
unas buenas Navidades, siguió con su juego. A todos les hacía gracia verla, y
después de haber subido y bajado quinientas veces, a nadie le preocupaba ya que
cayese.
La familia, las risas,
los rostros. Todo el ambiente navideño hacía que la niña estuviese a gusto,
alegre y contenta, aunque no pudiese explicar el porqué. No tuvo regalos, pero
igualmente se lo pasó mejor de lo que se hubiese esperado. Aunque terminó
cansada de tanta escalera, y finalmente llegó la hora de volver a casa.
Sonriente, corrió hasta
cada miembro de la familia y les dio dos besos para después desearles una feliz
Navidad. Entre risas y carantoñas, la niña resultaba un divertido juguete para
los adultos.
—¡Feliz Navidad, yaya! —dijo, ya a la última.
—Feliz Navidad, preciosa —respondió esta. Y le
dio un abrazo, muy fuerte.
Aquella noche, la niña marchó cogida de las
manos de sus padres, ignorante aún de lo que tenía que pasar.
Justo 1
año después, el 24 de diciembre.
Aquel día, como todos los años, hacía mucho
frío. Aquel día, como todos los años, la niña regresó a aquella casa. Aquel
día, como todos los años, se celebró la cena de Nochebuena. Aquel día, como
todos los años, se reunió la familia. Pero aquel día no fue como el anterior.
Aquel día, al contrario de lo esperado, la niña no subió las escaleras. Sin
embargo, se quedó impasible frente a ellas, mirando hacia la oscuridad del piso
superior.
—¿Que quieres subir, cariño? —dijo la madre.
La niña la miró.
—No, no. No quiero —respondió, mostrándose
asustada y alejándose de allí.
Aquella noche, la niña no se acercó más a las
escaleras. Y a medida que fue creciendo, no mostró cambio alguno.
—No sé —dijo un día, cuando ya era más mayor—.
El piso de arriba no me gusta. Me pone los pelos de punta.
¿Qué había pasado? La niña no recuerda el tiempo
en el que ella subía y bajaba las escaleras como una loca, sin importarle la
oscuridad, sin sentir ni un ápice de temor. Tampoco se acuerda de ella misma
observando ensimismada el piso superior. Ella solo sabe que no ha podido volver
a estar en el piso de arriba hasta hace apenas un año o dos, y armándose de un
intenso valor.
La niña solo la recuerda a ella en la cama. La niña recuerda que el ambiente no le gustaba, y
que quería irse de allí. Todo el mundo estaba cabizbajo, y parecían tristes.
Pero no sabía por qué. La única que sonreía era ella.
Recuerda su voz cuando la llamó. Su madre la
empujó para que avanzara hacia donde se encontraba. Una vez allí, ella, tendiéndole la mano, le pidió que
le diese la suya. Y se la cogió, muy fuerte. Luego, sonrió, y la niña vio cómo
sus ojos brillaban. Decidió, no supo por qué, que devolverle la sonrisa era lo
que debía hacer. Y le sonrió.
—Yaya, me estás haciendo daño —se quejó la
pequeña, al rato.
Era cierto. Ella
había comenzado a sujetar su mano con más fuerza que antes. La niña oyó varias
risas teñidas de una tristeza que entonces no comprendió. Ella sonrió.
Y le soltó la mano.
La niña, antes de salir de la habitación, se
volvió unos instantes más a observarla. Ella seguía sonriendo y mirándola. Quizá fue entonces cuando comprendió que sería la última vez que podría verla.
Tal vez lo único que esperaba cada Nochebuena,
bajo las escaleras, es que ella saliese
de su habitación y le dijese:
—Feliz Navidad, preciosa.
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