Miembros de la Séptima Estrella

viernes, 23 de diciembre de 2011

[L1] Capítulo 2: Muerte cercana



Melissa se había quedado sin habla, observando al chico que le había hablado en español. Tras escuchar tantas palabras extrañas, se le hacía raro que alguien le hablara en un idioma conocido.
¿Qué pasa? —le preguntó aquel joven—. ¿Te has quedado sin habla, o es que no me entiendes? Oh, claro que no me entiendes. Eres de...
Sí que te entiendo —lo interrumpió Melissa—. Aunque sea de Italia, he aprendido español. Y lo hablo y entiendo perfectamente.
El joven enarcó una ceja, extrañado
Oh, mierda —replicó de repente el chico—. Ya han aprendido nuestro idioma... Serán...
¡Oye! —saltó Melissa, levantándose al fin del suelo y poniendo los brazos en jarra—. ¿Qué problema tienes con los italianos? Todo el mundo tiene derecho a aprender las lenguas que le dé la gana.
¿Pero qué son italianos?
Esta vez fue Melissa la sorprendida.
¿En serio? —Aguardó unos instantes, esperando alguna reacción por parte de aquel chico. Él sólo se encogió de hombros—. Me vacilas. —No lo pronunció como una pregunta, si no como una afirmación.
¿Qué? —preguntó de nuevo el chico, frunciendo el ceño.
¡Madre mía! ¡Qué poca cultura general tienes! —exclamó Melissa indignada.
Se quedaron en silencio. El chico inspeccionó a Melissa de arriba a abajo, lo que provocó que la joven se ruborizara.
Vas vestida muy extraña —opinó.
Melissa se miró a sí misma. Llevaba unos pantalones vaqueros —ahora rasgados gracias a las caídas y al movimiento de subir al árbol—, unas bambas con la solapa por fuera de Adidas, un camiseta básica negra de manga larga y una chupa de cuero marrón oscuro. Volvió a dirigir su mirada al chico y arrugó la nariz.
¡¿Cómo?! —Aquel joven había conseguido que Melissa se indignara aún más. Lo miró mejor y replicó—: ¿Te has mirado bien al espejo? ¡Parece que vengas del pasado! ¡De la Edad Media por lo menos!
Y en efecto, eso aparentaba. Llevaba unos pantalones anchos de color beis, una camisa blanca bajo un chaleco verdoso y rasgado. Sus botas eran marrones y parecían militares, pero mucho más atrasadas de las que Melissa conocía. También poseía un cinturón de donde colgaban un par de dagas y una espada, y una capa bastante gruesa que le colgaba casi hasta la espinilla.
¡Tú pareces un chico! —contraatacó el joven.
¡Y tú un pordiosero! —Estaba roja de furia, así que decidió respirar hondo y le dio la espalda agitando una mano en el aire a modo de despedida—. Me voy. No merece la pena perder el tiempo hablando contigo.
¡Eh! ¡Alto ahí!
No le dio tiempo ni a respirar. Cuando quiso darse cuenta, Melissa estaba con la espalda contra el tronco de un árbol y tenía ante ella al chico apuntando una daga contra su cuello. Parpadeó sorprendida y maldigo para sus adentros.
¿Lo sabe más gente? —preguntó el chico, acercando la hoja de la daga poco a poco.
¿De qué hablas? —preguntó Melissa, procurando no respirar demasiado.
Del Sprachege.
Melissa se preguntó si aquella palabra había salido de la boca de su boca o es que un pájaro se había estrellado contra el suelo cerca de ellos.
¿Qué demonios es Spranchoge?
Sprachege —corrigió el joven—. El idioma que estás hablando ahora mismo.
Melissa negó con la cabeza muy levemente, pues sentía la daga apoyada en su piel.
Yo estoy hablando español, no Spranche —explicó.
Sprachege. El idioma de los pertenecientes a la organización de la Séptima Estrella.
Ahora sí que se había perdido.
¿Séptima Estrella? ¿De qué demonios hablas? —preguntó, entre curiosa y confusa.
El joven suspiró, resignado.
La Séptima Estrella. Esa gente que quiere destronar al gobernador. ¿Dónde has estado viviendo estos últimos años? ¿En una cueva?
Más o menos, sí —respondió Melissa encogiéndose de hombros.
El joven enarcó una ceja. Y Melissa bufó.
¿Pero tú perteneces a la Séptima Estrella o eres una Gouveriana?
Melissa empezaba a cansarse de las palabras extrañas, por lo que, durante un subidón de adrenalina, bajó su mano hasta el cinturón del chico y le quitó una daga. Apoyó la punta en el vientre del atacante y con el otro brazo apartó rápidamente la mano de este para que dejara de apuntarla con la daga. Lo empujó unos pasos hacia atrás, pero no llegó a hundir la daga en la carne.
Que sepas —empezó a hablarle— que puedo cuidarme sola perfectamente. —Posiblemente esa frase se debía al recuerdo de lo que le dijo Cinzia—. Tengo un arco, varias flechas, y ahora además una daga. Y yo hablo español ¿Entiendes? E-S-P-A-Ñ-O-L. Y tampoco pertenezco a ningún grupo. Ni Séptima Estrella ni Gumersiana. Yo soy Melissa. Y punto.
Dicho esto, retiró la daga del vientre de aquel irritante chico y se alejó tranquilamente entre los árboles.
¡No durarás ni veinte minutos en este bosque! —oyó que le gritaba el joven desde sus espaldas—. ¡Aquí hay muchos guerreros de Gouverón! ¡Si te encuentran, no serán tan compasivos como yo!
Melissa lo ignoró por completo y siguió andando tranquilamente.


«Aquí no viene nadie» se dijo por vigésima vez.
Hacía una hora que se había sentado en el puente de piedra, pendiente de la entrada al pueblo, pero aún no había visto a nadie que siguiera las indicaciones que le había dado aquella sacerdotisa hacía ya unos tres meses.
«Si no fuera una sacerdotisa, creería que me ha mentido».


No quería admitirlo, pero caminando sola entre aquel extraño bosque hacía que sintiera algo de miedo. La batallita que había tenido con aquel “guerrero de Gouverón” —tal y como había dicho el extraño joven— había provocado cierta paranoia en Melissa, por lo que caminaba calculando cada paso que daba, sin dejar de observar su alrededor.
Los pájaros volvían a cantar con alegría, entonando notas que Melissa desconocía. Pero ya estaba acostumbrada a ver y oír cosas extrañas. En los últimos tres cuartos de hora se había encontrado con más extrañezas que en toda su vida. Miró su reloj de pulsera en un autoreflejo. Ya llevaba quince minutos caminando. Cinco más y podría burlarse de aquel chico que la había llamado débil en otras palabras.
Pero todas sus fantasías se esfumaron en cuanto una figura cayó de un árbol justo delante de ella. Un hombre de barba asquerosamente grasienta y rubia, al igual que su pelo. Unos ojos pequeños y negros y una nariz enorme. Reconoció enseguida el escudo grabado en el pecho derecho de su chaleco-armadura. Una corona atravesada por una espada y esta, envuelta a su vez en una cinta. Ese mismo escudo lo había visto en el guerrero que la había atacado antes.
El hombre alzó la espada y se dispuso a avanzar para matar a Melissa. Melissa, en el último momento, se apartó, provocando que la espada se clavara en la tierra en lugar de atravesarla a ella de arriba a abajo. Se estremeció al pensar en las posibilidades que había de que no se hubiera apartado a tiempo.
Quiso correr, pero los movimientos de aquel bestia eran rápidos, y tuvo que agacharse para que la hoja de la espada —ya sacada de la tierra— no le rebanara la cabeza. Lamentablemente, Melissa tenía la certeza de que aquellos inesperados reflejos que le habían llegado de casualidad se esfumarían enseguida, transformándose en un baile de patos y sangre manchando la tierra. Por supuesto, su terror fue creciendo cuando vio cómo algunas puntas de su largo pelo caían ante sus ojos danzando en el aire hasta posarse en el suelo.
«Me ha cortado el pelo —pensó angustiada—. Será cabronazo».
En un autoreflejo, lanzó el puño hacia delante para que se estrellara contra la espinilla de su contrincante. Se hizo más daño ella que lo que aparentaba habérselo echo a él. Melissa se desanimó. Ahora le dolían las dos manos a la vez —la izquierda aún por la caída y la derecha por el puñetazo—.
Se levantó del suelo intentando no apoyar ninguna de las manos y usar sólo los pies y las rodillas. Pero entonces aquel hombre la cogió por la muñeca izquierda, provocando que Melissa gritara de dolor. La joven no se lo pensó dos veces antes de morderle la mano que la aferraba con tanta fuerza. Jamás olvidaría el ácido sabor que se le quedó en la boca. Pero al menos consiguió que la soltara. Oyó que le decía algo en aquel extraño idioma y, aunque no sabía traducirlo, supo por el tono de voz que no le había dicho nada agradable.
Tuvo que volver a apartarse, pues la espada volvía a abalanzarse sobre ella con brutalidad. Rápidamente, intentó hacer algo más que apartarse y le propinó una patada en el costado. Nada; parecía no afectarle. Saltó hacia atrás y se le detuvo el corazón cuando vio pasar la espada a un par de centímetros de su cara.
Decidió que huir era la mejor solución. Por desgracia, la bandolera le seguía pesando mucho, y sus movimientos eran más torpes que de costumbre. Se detuvo en cuanto sintió el dolor que provenía de su hombro izquierdo. Se lo miró y vio un desgarrón en su chupa de cuero y un tímido hilillo de sangre que salía al exterior. Presa de la furia, lanzó una patada hacia el vientre del hombre. Él cogió su pierna e hizo rotarlo 360º grados. Melissa dio la vuelta en el aire junto a su pierna y cayó al suelo, desequilibrada y con dolores por todo el cuerpo. Cerró los ojos un par de segundos a causa del golpe en la cabeza que se había llevado. Cuando los volvió a abrir, recordando que estaba en medio de una pelea, ya tenía la punta de la espada a un centímetro de su cuello.
El hombre sonrió con satisfacción y alzó la espada por encima de su cabeza con las dos manos, dispuesto a clavársela violentamente en Melissa.
Melissa sabía que todo había terminado. Aún no podía creerse dónde se encontraba. ¿Había viajado en el tiempo? ¿Había ido a otro mundo distinto? ¿O quizás estaba soñando? A lo mejor se había vuelto loca y se lo estaba imaginando todo...
El filo de la espada brilló a causa del sol que se abría paso entre las hojas de los árboles. Los pensamientos de Melissa se desviaron hacia el pasado, cuando vivía en el orfanato. Sentía claustrofobia, cierto, pero al menos su vida no estaba en peligro. Aunque, al fin y al cabo, a aquello no podía llamarse vida. Todo el día en un mismo edificio; lo más lejos que podía llegar era el jardín de este. Clases a todas horas y condiciones pésimas. Podría haber hecho amigos, y de echo lo había intentado. Pero no le terminaban de convencer. Los veía... diferentes. Se le hacía raro estar con ellos. Prefería estar sola con sus pensamientos y deseos de salir de allí.
Y ahora que lo había conseguido, iba a morir en manos de un psicópata que hablaba un idioma basado en los sonidos que se producen al aplastar un gato. Aunque, si tuviera que elegir, prefería terminar así que volver al orfanato.
Un grito de victoria por parte del guerrero.
Un último aliento por parte de Melissa.
Y una espada que atravesó el hombro de su enemigo. Melissa rodó por el suelo para evitar que la espada que iba a matarla la rozara. El hombre ya caía al suelo, muerto. A Melissa no le dio tiempo a quitar el pie izquierdo, por lo que gimió cuando se lo aplastó. Lo quitó rápidamente de debajo de aquel bestia que pesaba diez veces más que ella, y solo entonces se le ocurrió mirar a su salvador.
Era el joven con quien se había encontrado antes.
Él le arrancó la espada del hombro del guerrero y dejó que la sangre que chorreaba por su hoja cayera al suelo. Entonces le ofreció a Melissa su mano libre.
Te dije que no aguantarías ni veinte minutos —le repitió, mofándose completamente de ella.
Melissa sonrió débilmente durante unas milésimas de segundo. Pero enseguida cambió a su típica expresión indiferente.
Estúpido —dijo solamente.
No quiso devolverle la mano, se levantó sola. Cometió un grave error al levantarse ayudada por su mano izquierda, que la apoyó en el suelo. Perdió el equilibrio, pero no llegó a caer gracias a unos brazos que la aferraron con fuerza y la levantaron del todo.
Estoy bien, gracias —replicó sacudiéndose de aquel joven.
Él la ignoró y agarró su mano izquierda. La examinó detenidamente y frunció el ceño. Luego, miró fijamente a Melissa.
Creo que te la has roto —objetó.
Melissa retiró su mano de la de él y se la frotó suavemente. Ya lo había sospechado.
¿Vas a ayudarme a salir de este bosque? —preguntó Melissa, ansiosa.
Él se encogió de hombros.
¿Perteneces a la Séptima Estrella? —respondió con otra pregunta.
Melissa resopló. Odiaba que la gente hiciera eso. Pero dado que no tenía ninguna otra esperanza, asintió.
Vale —dijo.
¿Vale? —El joven alzó de nuevo una ceja—. ¿Eso es una respuesta?
Sí —saltó Melissa al borde de los nervios—. ¿Vas a ayudarme o no?
Vale —respondió el joven, empezando a caminar entre los bosques.
Al principio, Melissa se quedó quieta en el sitio, observando al que iba a ser su guía. Luego volvió a la realidad y empezó a seguirlo. Cuando ya estaba tras él, este se detuvo, y Melissa se estrelló contra su espalda.
¡Eh! —se quejó.
La espalda del chico empezó a convulsionarse levemente. Se estaba riendo. Melissa le arrancó la cabeza con el pensamiento y sonrió placenteramente. Entonces el joven se volvió hacia ella y le tendió una mano.
A propósito —dijo en cuanto hubo calmado su risa—, mi nombre es Cradwerajan.
Esta vez fue Melissa quien empezó a reír. Al ver que el chico permanecía serio, intentó hacerlo ella también. Casi lo consigue.
¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó Cradwerajan empezando a enfadarse.
Tu nombre —respondió Melissa entre risas.
¡Ni que el tuyo fuera muy bonito! —se quejó Cradwerajan gritando para que se le oyera por encima de las risas de Melissa.
¡No sé ni cómo empezar a pronunciarlo! —exclamó Melissa, ignorando por completo el comentario que había dicho su compañero.
Entonces, Cradwerajan se dio la vuelta y empezó a andar pisando fuerte y echando humo.
¡Eh, espera! —gritó Melissa agitando los brazos en el aire y corriendo hacia él—. ¡Lo siento, Cradworan! —Nadie la habría creído, pues aún seguía riéndose enérgicamente.
¡Cradwerajan! —corrigió empezando a correr para que Melissa no lo alcanzara.
¿Puedo llamarte Crad? —preguntó Melissa aumentando su marcha mientras intentaba calmar su risa. No podía correr si se reía.
¡NO! —se oyó su voz, unos metros más adelante.

9 comentarios:

  1. Dioss!! Lo que me he reido en este capítulo! Jajajajaja Pobre chico, su madre no lo quería, ¿es un nombre o un trabalenguas? Jajajaj en serio me he reído mucho, tienes unas ocurrencias! Me encantan las respuestas de Melissa xD Me encanta, bueno sigo leyendo (siento que mis comentario sean tan cortos pero es que no soy buena comentando y además me desquicio mucho porque siempre quiero seguir leyendo)
    Bss

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    1. Dios mío, qué rapidez... O.O
      Jajajajajajajajajajajaja xDD Cradwerajan xDD Hasta a mí me costó aprendérmelo. Tuve que usar copia y pega varias veces hasta que lo memoricé xDD
      Ahora que lo pienso, ya no escribo escenitas raras de esas. Tengo que seguir con ellas, pa' darle más vidilla a la historia.
      *-* No importa. A ver, me gustan los comentarios largos y tal, pero no pasa nada. Con tal de que me escribas un comentario que yo vea que realmente has leído el capítulo (es que hay gente que pone solamente una frase tipo "Me encanta" "Genial", y claro, yo no sé si se lo han leído o lo máximo que han hecho ha sido ver el título). Pero a ti te perdono ;)

      ¡Muchos besos!:D Menuda carrera te estás pegando... ¡ME ENCANTAS!<33

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    2. Rapidez por que?? xD
      No, en serio o a la madre o tú, pobre chico... Pues yo pienso como Melissa Crad y punto, (no me voy a aprender ese nombre en la vida) ¡Y ESO QUE TU ERES LA ESCRITORA! Una pregunta de donde sacaste el nombre???
      En serio T.T no es justo ehh, que son la bomba. Crad se enamora de Melissa, verdad?
      Jajajaj yo intentaré hacerlo más largos para que veas que me lo leí (me lo leí hasta la mitad del cuatro porque mi madre me dice o apagas ya el ordedador o te quedas sin el. Madres...) ¿Te hago un resumen para que veas? (Melissa se escapo, una tía ahí gorda intento cogerla, Melissa se echo a correr y puff, por arte de magia apareció en otro lugar, se puso a hablar con un pez (que por razones obvias no le contesto) un tío intento matarla y las hadas preciosa la ayudaron, el tío se murió, ella se metió en unos arbustos porque vino otro tío, y ahí se encontro con Cradwerajan (me copié de arriba si no no me sale) que habla su mismo idioma (no sé que de la septima estrella) le dijo que no aguantaria ni 20 min, ella se fue y en 15 se encontro con un tío y.... No sigo poreque quiero leerme lo que sigue del cuatroo que me quede en lo del mapaa!!!
      ¿Me crees? :P
      Jajajaja no me peque ninguna carrera, es que me encnata y no puedo parar de leer :D Y tú a mii!! :D

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    3. JAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJJAJAJA XDD
      ¿Que de dónde saqué el nombre? Pues... No sé... Como casi todos los nombres de esta historia, me lo inventé xDD
      JAJAJAJJAJAJAJJAJAJJAJAJA XDD No hace falta que me hagas un resumen, ¡TE CREO, TE CREO! Aunque debo reconocer que el resumen me ha hecho mucha gracia xDD

      *-*

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  2. Pues yo si que lo voy a llamar Crad... porque vaya, menudo nombrecito jajaja aunque creo que conforme vaya leyendo me acordaré. Me cae bien, y cuando ha ayudado a Melissa con el tío que la iba a matar a sido increíble *-*

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  3. Qué emoción la escenas de batalla, y qué risa lo de Crad xD. Me siento curiosa por la interacción de estos dos... y por todos los términos extraños, ya que estamos. Los hombres que la atacaron, los integrantes de la Séptima Estrella... ¿Y por qué todos la atacan de la nada, aparte? Cosa que se suma con el por qué viajó hasta allá... Está genial, aunque últimamente no tengo tanto tiempo para leer, pero prometo leerla entera.

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  4. MEEEEEEEEEEEEE GUSTA, EN SERIO *-*
    Ay, que nombre más raro el de Crad, mejor llamarle Crad, ¿no crees? xDDD
    Por cierto, he encontrado pequeños fallos :$
    360º grados, si pones el º, ya no hace falta poner grados.
    Y otro en ''Se hizo más daño ella, de lo que aparentaba habérselo echo él''. Creo que sería un ''hecho'', no sé si será así, me lío yo solo xDD
    Mañana, sigo con dos más capítulos, me he enganchado :33
    Mel y Crad, oh, amor eterno (?) JAJAJAJA
    Pues eso, un beso.




    Raúl.

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    1. ME ALEGRA MUCHÍSIMO :'''DDD
      JAJAJAJAJ Sí, fue una salida mía. Quise ponerle nombre raro a alguien, y dije: TOMA :D
      ¡VAYA, GRACIAS POR DECIRME LOS FALLOS! Encontrarás muchos en los primeros capítulos u_u Era inexperta y aún no los he corregido D: Pero de verdad te agradezco que me los comentes ^_^ ¡Gracias por ayudarme a mejorar!

      UOOOH ME ALEGRO MUCHÍSIMO :DD <33

      ¡Un beso!

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  5. Jojojo(? Vuelvo a decir que me encanta, jajajaja, y este capítulo, lo amé, y el final:

    -¿Puedo llamarte Crad?
    -¡NO!

    JAJJAJAJAJ. Me ha encantado, de veritas xD. Melissa se parece mucho a mí en personalidad xD Jajajja, me encanta, excelente capítulo. ^_^

    ¡Un Beso!

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Muchísimas gracias por tu comentario :)