Miembros de la Séptima Estrella

lunes, 26 de diciembre de 2011

[L1] Capítulo 3: Hechos y teorías



Se estaba quedando sin aliento. Ella no era mucho de correr, y ya había gastado gran parte de sus fuerzas intentando que no la mataran. Fue entonces cuando divisó a Crad apoyado en el tronco de un árbol y limpiando los restos de sangre de su espada. A Melissa le enervó aquella tranquilidad. Al alcanzarlo, se dejó caer de rodillas a su vera y empezó a calmarse, intentando respirar como una persona normal y relajada.
Qué poco aguante tienes —objetó Crad.
Cállate —replicó Melissa—. No estoy... acostum... acostumbrada a este tipo... tipo de carreras.
Crad suspiró y se levantó.
¿Ya nos vamos? —preguntó Melissa asustada.
Él la ignoró y se quitó su capa. Luego, se la tiró a Melissa, que se quedó perpleja y miró a Crad exigiendo una respuesta.
Yendo así vestida llamarías mucho la atención —explicó.
Melissa se levantó y negó con la cabeza, dejando la capa en el suelo. Estaba sucia y desgarrada, y no le hacía ninguna gracia ponérsela.
¿Qué más me da lo que piense la gente? —dijo indignada.
Empezó a caminar hacia delante y se dio cuenta de que habían llegado a los límites del bosque. Más allá había un puente de piedra que cruzaba un río. Y luego un pueblo.
Al salir de la vegetación, Melissa frunció el ceño y entrecerró los ojos para asegurarse de lo que veía. Sí, no había duda de que era un pueblo. Más bien, una aldea. Una aldea muy, muy antigua, donde la gente vestía muy, muy anticuada.
Imposible —murmuró. Giró la cabeza repentinamente cuando sintió que algo se colocaba en su espalda. Crad había conseguido ponerle la capa. Resopló y se la anudó al cuello. Posteriormente intentó taparse por completo para que no se viera nada de sus ropajes modernos—. ¿Estoy en la Edad Media, Crad? —preguntó, mirándolo fijamente.
Crad le devolvió la mirada confuso.
Primero; no sé qué es la Edad Media —indicó mientras levantaba un dedo. Luego, levantó otro más—. Segundo; ahora mismo estás a punto de entrar en Adralish. Un pueblo. ¿Sabes lo qué es eso?
No soy tonta —repuso Melissa.
Prefiero no añadir nada.
Melissa lo fulminó con la mirada, pero prefirió no decir nada para no complicar las cosas. Al fin y al cabo, había sido él quien la había ayudado a salir de aquel bosque mortal; además, le había salvado la vida.
Y tercero; no me llames Crad —terminó.
Es que no sé pronunciar tu nombre completo —se excusó Melissa.
Cradwerajan.
No pudo evitar reírse al oír de nuevo aquel nombre tan extraño. Por supuesto, Crad se enfadó de nuevo y echó a andar ante ella.
¡Oye, no te enfades! —gritó Melissa.
Dio un par de pasos. Se dio cuenta de que, a la vez que avanzaba, se oía un susurro bajo sus pies. La capa. Claro, Crad era mucho más alto que ella y le iba más corta. En cambio Melissa la arratraba por el suelo. Enseguida se detuvo, insegura.
—¡No sé caminar con esto! —exclamó—. Me voy a tropezblblnbn...
Crad le había tapado la boca enseguida, y ahora estaba mirando hacia todos los lados, alertado. Melissa no entendía lo que pasaba, pero le enojaba que no le permitiera hablar. Crad la miró. Parecía enfadado.
No hables Sprachege por aquí —le susurró.
Melissa asintió, y cuando al fin Crad retiró la mano de su boca, empezó a replicar:
¿Por qué?
Porque si te oyen, te matarán —explicó, susurrando de nuevo.
A Melissa le entró un escalofrío.
Y entonces, ¿en qué idioma hablo?
Crad la miró con un brillo extraño en los ojos.
Al final voy a creer de verdad que has estado viviendo en una cueva —sonrió.
No cambies de tema y contesta a mi pregunta —insistió Melissa.
Suspiró resignado.
¿Sabes el idioma con el que te han hablado los guerreros de Gouverón? Pues ese.
Melissa se quedó quieta, sin mostrar expresión alguna y mirando fijamente a Crad. Este creyó que se había convertido en una estatua. Por eso se sorprendió al oír de nuevo su voz.
Tú serás el encargado de hablar —dijo con una media sonrisa dibujada en el rostro.
Qué poca cultura general tienes —opinó Crad mientras echaba a andar.
¡No me robes mis frases! —exclamó Melissa.
Crad se volvió hacia ella con una mirada que daba miedo.
Sssssh.
Uy, lo siento, lo siento —susurró Melissa ruborizándose.
Y siguieron avanzando hacia el pueblo. Cuando empezaron a cruzar el puente, Melissa se percató de que había una mujer sentada en el borde de piedra. Y que la estudiaba con cierta curiosidad. Intentó apartar sus ojos de los de ella, pero no pudo. Eran dorados, grandes y tenían un extraño brillo propio. Sintió que se fundía en su interior, que podría ver su alma reflejada en ellos si se acercaba un poco más.
Entonces, una mano la cogió con brusquedad y la empujó hacia delante, apartándola de la mujer. Melissa se quejó, se arregló la capa para que no se vieran sus “extraños ropajes” y miró al culpable. Era Crad.
No te quedes mirando a la gente tanto rato —le susurró al oído mientras seguía empujándola con una mano.
¿Qué ocurre? —preguntó Melissa en un mismo susurro—. ¿Quién era ella?
Crad se quedó pensativo, mirando a Melissa. Melissa intentó aguantar su mirada como había soportado la de aquella extraña mujer. Pero Crad enseguida volvió la cabeza.
No lo sé —respondió, sabiendo que no podría convencer a Melissa con esa respuesta—. Pero hazme caso si de verdad quieres sobrevivir.
Iba a replicar, pero cerró la boca cuando vio aparecer a dos caballos que daban vueltas alrededor de una gran plaza donde se encontraba un mercado. Reconoció el escudo que portaban en el pecho izquierdo, y se estremeció al recordar lo ocurrido en el bosque. Sabía quiénes eran gracias a Crad, y sabía que eran peligrosos gracias a sus propias experiencias. Así que se calló y siguió a Crad fielmente, mientras el corazón le latía sonoramente en su pecho.
Se metieron entre callejones oscuros y repugnantes. Un hedor a basura y «otras cosas» invadía el ambiente, produciendo que Melissa no pudiera respirar bien. Salieron a otra calle más grande, pero casi igual de apestosa. Vio con horror que había gente tirada por el suelo, con las caras chupadas y los ojos vacíos, pidiendo limosna desesperadamente. «Así podría estar yo», pensó, recordando su huida del orfanato y los avisos que le dio Cinzia.
Se detuvo, ignorando a Crad mientras este seguía caminando sin enterarse de nada. Recordó que había robado algo de dinero del orfanato y lo buscó disimuladamente en la bandolera. Sacó su cartera y miró en su interior. Cuatro billetes de cien euros, uno de cincuenta, dos de veinte, seis de cinco y unas cuantas monedas de uno y dos euros. Sabía que era bastante arriesgado llevar tanto dinero encima, pero dado que iba a empezar una nueva vida sola, tendría que tener bastante. Se lo pensó varias veces, pero le dio tanta pena el aspecto que aquel vagatbundo mostraba, que cogió un billete de cinco y se lo lanzó en un sombrero que tenía delante de él. El mendigo le sonrió y bajó la mirada para ver el botín que le había lanzado. Al ver aquello, se incorporó un poco y se inclinó para poder observar el billete de más cerca.
«Pobre hombre —pensó Melissa—. Debe de hacer tanto tiempo que no ve un billete...».
Alguien la sacudió de repente, nervioso.
¡Melissa! —gritó. Melissa se volvió hacia la voz y se encontró con Crad, que estaba muy alterado—. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué te detienes? —preguntó hablando bajito.
Sólo le quería dar dinero —le explicó señalando al mendigo.
El interpelado gimió, atrayendo la atención de los dos jóvenes. Había cogido el billete que Melissa le había dado y se podía percibir que se sentía algo confuso.
Melissa... —llamó Crad. Melissa se volvió sonriente hacia él. Crad la miró con una ceja alzada y una expresión de plena confusión—. ¿Por qué le has dado un papel al mendigo?
No es un papel —explicó Melissa indignada—. Es un billete, que vale mucho más que las monedas.
Observó las caras del mendigo y de Crad y vio que mostraban la misma expresión de incomprensión. Y entonces miró a su alrededor, comprendiendo algo que antes le había pasado por alto. Toda la gente de su alrededor vestía como Crad: pordiosera y con ropas sencillas. Era como estar en la plena Edad Media. «Y puede que lo esté» se dijo Melissa. Al volver a la realidad, comprendió que no sabrían lo que era un billete. Se agachó sobre el mendigo y cogió el billete que aún le tendía.
Lo siento mucho —se disculpó, avergonzada. Vio las escasas monedas que había en el sombrero y comprendió que no podría darle dinero. Ella no tenía ese tipo de monedas.
Se señaló a sí misma y señaló una de las monedas. Luego negó con la cabeza con cara de pena, y el mendigo comprendió el mensaje a la perfección. Asintió y agitó la mano en el aire como diciendo que no tenía importancia, que la comprendía. Melissa le sonrió e inclinó levemente la cabeza a modo de disculpa. Seguidamente, Crad la cogió y la arrastró con él hacia otro estrecho y pudoriento callejón.


Habían desaparecido de su campo visual, y aquello la hizo avanzar un poco más, sin miedo a que la pudieran ver. Había estado observando la escena escondida tras un carro de cargamento, y le había sorprendido bastante.
Se detuvo en la boca del callejón, pero no vio sus espaldas. Seguramente, ya habían doblado la esquina. Al joven se le veía con prisa.
Un leve murmullo le hizo mirar al suelo, donde el mendigo con el que habían hablado aquellos dos le pedía limosna. Ella suspiró y le lanzó un par de monedas.
El mendigo le dio las gracias varias veces, y ella le sonrió. Posteriormente, se adentró en el callejón con paso decidido. Intentó esquivar varios charcos que había en el suelo, formados por el agua de lluvia estancada de hacía bastante tiempo debido a la escasez de calor y a la poca gente que pasaba por allí. Se preguntó por qué ella sí que iba por ese callejón. ¿Qué debía de haber? Aunque también era posible que el joven fuera quien la llevara hasta ese sitio.
Descubrió que aquel callejón zigzagueaba mucho y terminaba en una pequeña plaza llena de basura y una valla de madera alta que impedía dejar ver lo que había al otro lado. Miró a su alrededor, pero no había rastro de esos dos.
«¿Dónde se han metido?—se preguntó la joven—. Ahora que la había encontrado al fin...».
No cabía duda. Aquella misteriosa chica encajaba perfectamente con la descripción que le había dado la sacerdotisa en Digrin. Esta le dijo que ella llegaría al pueblo de Adralish acompañada por un joven. Tendría los ojos azules; aquellos de los que tanto habla la famosa leyenda que corría por todo Anielle desde tiempos inmemoriales. También le había dicho que llevaría «ropajes extraños». Al principio no los vio, dado que una capa la cubría por completo. Pero cuando empezó a caminar más cerca de ella, vislumbró unos extraños zapatos y unos pantalones que nunca había visto.
Y ahora, después de tanto esperar, la perdía. Es más, permitía que se desvaneciera en la nada.
Frustrada, dio media vuelta.


Durante el corto paseo por el estrecho callejón, Melissa había cavilado sobre dónde se encontraba exactamente. En realidad, lo sabía, pero no quería reconocerlo. Tenía pruebas. La gente, las vestimentas, las costumbres, los edificios... Pero era algo tan... irreal. Además, no recordaba haber estudiado nada sobre los guerreros de Gouverón. ¿Y por qué el castellano estaba tan prohibido? No entendía nada de lo que ocurría. Había mirado a Crad, que la seguía conduciendo hacia un destino desconocido. Al menos tenía alguien a quien aferrarse. Alguien que parecía de confianza, ya que le había salvado la vida y la había alertado sobre los peligros que emanaban de aquel extraño lugar.
Habían terminado en una placeta sucia y llena de barro. Lo único que se veía era una gran valla de madera que no permitía ver más allá de ella.
Crad... —había murmurado.
Sé lo que estás pensando —le había dicho, dirigiéndole una breve mirada de comprensión—. Confía en mí y sígueme.
Sin soltar la mano de Melissa, Crad se había encaminado directamente hacia la valla. Melissa temía que estuviera chiflado y tuviera la intención de saltarla por encima o incluso de probar a atravesarla. Por eso se sorprendió cuando Crad apoyaba la mano en una madera y la empujaba hacia delante. Un grupo de unas cinco maderas habían girado noventa grados verticalmente, dejando un hueco por donde podrían pasar sin problemas.
¡Increíble! —había exclamado Melissa entre risas.
Lo había visto en algunas películas donde un grupo de niños conseguían una casa secreta para ellos solos y, para que nadie entrase, construían una cosa como esas.
Pero nunca había visto ninguna en directo.
Crad había tirado de ella hacia el interior. Melissa había obedecido, y ahora aún se encontraba delante de aquella gran casa oscura que poseía un patio de piedra con una fuente en su centro. Boquiabierta se había quedado mientras Crad cerraba la puerta secreta y se reunía de nuevo con ella.
¿Vas a quedarte mucho tiempo así? —preguntó Crad, mirándola divertido.
Melissa le devolvió la mirada sin salir de su asombro.
¿Dónde demonios estamos?
Crad alzó una ceja. Melissa entrecerró los ojos con rabia contenida.
No sé qué significa demonios —explicó él solamente.
Melissa suspiró. ¿Cómo le explicaba aquello?
Elimina la palabra y quédate con el resto de la frase —le dijo—. En realidad es una simple expresión que yo utilizo demasiado.
Crad asintió y abrió la boca para responder a su pregunta, pero el grito de una pequeña niña hizo que ambos volvieran la cabeza.
En efecto, era una niña de unos ocho años, con un par de coletas castañas y unos ojos de un marrón muy oscuro. Llevaba un delicado vestido azul de tirantes y un cinturón blanco. Sonreía de oreja a oreja. A Melissa le sorprendió ver tanta felicidad en una sola persona. En su orfanato no se solía ver una imagen por el estilo, por lo que se apartó un poco, ocultándose ligeramente detrás de Crad.
La niña se tiró a sus brazos, chillando el nombre —completo— de Crad alegremente. Crad reía sin parar.
Melissa sonreía desde atrás, observando la escena.
¡Te he echado de menos! —decía la niña abrazándolo fuertemente.
Pero si no he estado ni un día fuera.
La niña lo fulminó con la mirada, indignada.
¡Pero te he echado de menos y...!
Se calló completamente al ver a Melissa. Crad lo percibió y le susurró algo al oído de la niña, que asintió levemente sin dejar de mirar a la nueva inquilina.
¿Pero quién es? —le preguntó a Crad de repente.
Crad la depositó en el suelo con cuidado.
Una amiga —respondió solamente.
«¿Amiga?», pensó Melissa. Aquella palabra le retumbó en las paredes de su cerebro. No hacía ni una hora que se conocían y ya la consideraba una amiga. No sabía cómo tomarse aquello, pero vio a Crad que le guiñaba un ojo disimuladamente y lo comprendió todo. Supuso que no quería alertar a aquella niña.
Sonrió y asintió. La niña se le acercó tímidamente y la miró mostrando una mueca repleta de curiosidad.
¿Cómo te llamas? —preguntó.
Melissa —respondió—. ¿Y tú?
Cede —le informó—. Melissa... Me gusta mucho tu nombre —dijo mientras sonreía ampliamente de nuevo.
Y a mí el tuyo. Además, es corto y fácil de aprender.
Perfecto para ti —saltó de repente Crad—. Tienes una malísima memoria con los nombres.
Yo no tengo la culpa de que tu nombre sea raro y enrevesado —replicó Melissa—. Cada vez que lo dices parece el graznido de un cuervo que se está ahogando.
Qué ropas tan extrañas —irrumpió Cede, intentando calmar la discusión—. Deben de ser muy cómodas para saltar y correr, ¿no?
Pues sí, la verdad —respondió Melissa con una sonrisa.
Pasaron unos escasos segundos donde Cede miró a Melissa con detenimiento y asintió levemente la cabeza para luego mostrar sus blanquísimos dientes en una sonrisa.
Me caes bien.
Melissa se quedó muda. Nunca le habían dicho eso. En el orfanato no había nadie a quien le cayera medianamente bien. Tampoco es que cayera mal a todos, pero al no relacionarse con nadie, no podían conocerla ni juzgarla.
Cede percibió su desconcierto y volvió la cabeza hacia Crad para romper el silencio que se había formado en el ambiente.
¿Se va a quedar aquí?
Crad se encogió de hombros.
Supongo que hasta que encuentre un sitio donde ir.
¡Entonces tiene que conocer a Yaiwey!
Dicho esto, Cede cogió la mano de Melissa y la arrastró hacia el interior de la casa. Melissa miró acusadoramente a Crad, que alzó las palmas de las manos como diciendo: «Es lo que hay».

11 comentarios:

  1. Me encanta tu blog :) te prometi que me pasaria y aqui estoy. La historia esta bastante bien, sigue asi ;) Lo unico que te pido es que visites mis blogs y comentes :)
    http://albacax.blogspot.com/
    http://edadmediamemorias.blogspot.com/
    Gracias.

    posdata: Aquí tienes una nueva seguidora

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  2. Jejejeje Por supuesto que pasaré y comentaré :)

    Y muchas gracias por leerme :D Por gente como tú me dan ganas de seguir escribiendo.

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  3. La niña me recuerda muchísimo a María *OOOOOOOOO*
    Ñejejeje, es verdad que Crad tiene un nombre raro XDDDD Pobre Melissa.

    La escena cuando está limpiando la espada me recordó a Kira wiiiii que emoción *___*

    PD: Echos es con "H" ten cuidado :D

    Un besazo amor, me encanta ;)

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  4. Gaby!!!

    Una de dos: o encuentras parecidos en todos lados o mi subconsciente se copia de ti DD: Ciertamente, prefiero que sea la primera.

    Bueno, el nombre de Crad fue uno de esos momentos en los que me apetecía escribir cosas raras y fastidiar un poco a mi protagonista xD

    ¿Echos con "H"? *Mirando en la RAE*... Oh, venga, todos estos años convencida de que se escribía así -.-'' Bueno, bueno, lo cambio ahora mismo.

    Besos a ti también, encanto! Muchas gracias *-*

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  5. Jajajajajajajajajajaja pues es que estoy tan obsesionada con mis personajes que encuentro parecidos por todos lados -.-''

    Yo en los libros los nombres los pronuncio a mi manera y el de Crad suena así: Cradbueyeran XDDD

    Te adoro *-*

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  6. Me sigo riendo con casi todo, un pregunta, Crad es viejo (no me refiero a viejo, viejp sino a... no sé xD) o es mas o menos de la edad de Melissa??? Es que me quede un poco TRABADA con eso :P Me encanta y Melissa me encanta, es muy buen personaje con el cual creo que no voy a parar de reirme.
    Bss y es alucinante como escribes :D

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    1. T^T Me vais a traumar, tengo que hacer algo con esto... Eres la segunda persona que me lo pregunta xDD No, de verdad, contadme en qué veis que es viejo, porque no sé xDD
      Uh, así que te gusta Melissa... Okey, okey...
      Mmmm... Pues creo que a partir de aquí las risas van disminuyendo -.-'' (me hago seria, qué rollo). Pero lo intentaré, intentaré crear nuevas escenas así TT

      Ojalá pudiera ponerme al díaa con tu historyy... Pero de momento, se supone que estoy "estudiando" y no puedo entretenerme mucho :S ¡PERO ME QUEDAN UN PAR DE CAPIS O ASÍ!

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    2. T.T (TENÍA EL COMENTARIO ESCRITO Y SE FUE...)
      No era mi intención... ¿Pero si o no? Cuantos años tiene? Pero es que como le dio igual matar al tio... Y encima después como mejorandolo todo apareció Cede y pensé que ella era su hija... jejeje me equivoqué no?
      Síi!! Es super divertida!
      JOOOO!! Con lo que a mi me gustan... Que mal, la seriedad no es buena... Okk thanksss! :D
      No te preocupes, yo quiero que la gente la lea porque quiere no por obligación, ya seguiras cuando puedas :D Jajajaja yo se supone que estoy haciendo deberes xD Jajajaja si xD Mañana subo otro xD (subo los lunes)
      Bss

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  7. Me ha encantado este capii! *O* me encanta como mezclas dos escenas, la de Melissa y la de la chica que la "persigue" *-* estoy deseando saber quien es este misterioso personaje y porque una sacerdotisa le ha dado su descripción. Por cierto, que mona Cede *-* tengo la impresión de que me va a caer bien. Ah, y otra cosa (que ya se me olvidaba) me encanta como has informado al lector que de allí no se usa la misma moneda... Muy bueno lo del mendigo.
    Besos y sigue así ^^

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  8. UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
    Me he enamorado de otro personaje, de Cede :33 Jo, me vas a hacer enamorarme de todos, y uno morirá, lo presiento D: La chica de los ojos dorados, ¿quién es? Por ahora, me suena a mala, y me cae mal JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
    El capítulo está genial, me encanta tu forma de relatar los diálogos y las narraciones, aunque hay pequeñas faltas: has puesto vagatbundo, sobra la t :$ Pero bueno, eso le pasa a todos, ¿no? :) Y en el título, es hechos (si te refieres a suceso).
    Voy a seguir leyendo más, ¿de acuerdo? :33
    Por cierto, ¿puedes pasarte por mi blog? :) http://sagaloskrextal.blogspot.com.es/
    Dicho esto, un beso.





    Raúl.

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  9. sgdvgavfgd♥ ¡Cede! Me cae bien la chiquilla *-* Se me hace muy tierna<3

    Amé este cap. <3 (si, ya sé que digo siempre lo mismo, pero es que sadfadv, todos tus caps me encantan, jajajjaja)
    Jjajajja, si, si yo fuera Melissa también estaría así como (¿Pero qué demonios es todo esto?) XD

    Me encanta tu forma de relatar la historia, no sé, aah, me encanta, ^_^ (aunque no soy la única, a toooodos quienes leen tu historia les encanta tu forma de narrar, y tienen motivos, tienes realmente talento) <3

    PD: Iré leyendo como máximo y cuanto pueda, 3 capítulos como máximo, ya que en 10 días comienzan las clases por aquí, y... uugh ;_; ¡Pero te aseguro que me pondré al día en los capítulos!

    Y bueno, ¡Nada más! ¡Un besazo!

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Muchísimas gracias por tu comentario :)