Miembros de la Séptima Estrella

viernes, 3 de febrero de 2012

[L1] Capítulo 8: Dolorosa traición (Primera parte)




De nuevo, la calidez de las llamas de un fuego cubría el frío de la noche. Pero esta vez, ese frío ya no era tan insoportable, a pesar de que estaban al aire libre. Varios elfos estaban sentados alrededor de la hoguera, charlando animadamente. Melissa y Crad se encontraban entre ellos, acomodados sobre el suelo uno junto al otro, sin mediar palabra alguna. A pesar de que la joven ya hacía rato que había llegado a Falesia, algunos elfos seguían lanzándole miradas repletas de una curiosidad desconocida, pero ya había llegado a acostumbrarse.
Uno de los elfos se acercó demasiado a ella, pasando por delante de su rostro. Melissa alzó la cabeza y descubrió al elfo de pelo azul, ese tal Valenanen. Este le propinó tal mirada, que a ella le quedó muy claro que no le caía precisamente bien. Esperaba algún grito o queja de su parte, pero nada. Pasó por su lado y se sentó unos metros más allá. Crad también se dio cuenta de la enemistad que había surgido entre ellos dos, percibió Melissa, pero no dijo nada. Ella lo agradeció con una media sonrisa, y posó sus ojos en la luz que el fuego proporcionaba a la noche.
Algo le rozó la espalda, por lo que su reacción fue volverse rápidamente. Descubrió tras ella al lobo color crema de Elybel. Este se colocó pegado a Melissa y frotó su cabeza contra su brazo, como señal de que quería que lo acariciara. La joven obedeció sin escrúpulo alguno. Adoraba a los animales.
Parece que le has caído bien –opinó Crad, observando la escena–. Es extraño, dada la raza a la que pertenece.
Melissa lo miró, curiosa.
¿Qué raza es? –preguntó. Se había guardado esa duda demasiado tiempo.
Pues... –caviló él–. Es una extraña raza solitaria. Antes habitaban por todos los bosques de Anielle, pero ahora quedan muy pocos. Son fuertes y grandes cazadores, pero sobretodo, tienen una carne muy sabrosa. Por eso hubo mucha gente que se vició a matarlos para guisarlos...
Y la situación se les fue de las manos.
Ambos jóvenes se volvieron hacia la voz, sobresaltados.
Era Elybel, que portaba dos cuencos. Se sentó ante ellos y sonrió, a modo de saludo. Les entregó un cuenco a cada uno. Era una especie de caldo como los de la Tierra con algún que otro trozo verde flotando en él. Luego, miró al animal, y seguidamente, a Melissa. Esta percibió cierta confusión en su mirada, pero la elfa enseguida lo disimuló.
Pero se ve que no les importó mucho –prosiguió, con reproche–. Aún ahora siguen buscándolos para matarlos... –Dirigió su penetrante mirada hacia el animal. Sus ojos estaban llenos de sentimiento, al igual que los de su compañero–. Si no hubiera llegado a tiempo... –susurró con nostalgia–, probablemente ella tampoco habría sobrevivido.
Los tres se quedaron en silencio. Melissa dejó tiempo a Elybel para que se perdiera en los recuerdos. No comentó nada, temerosa de poder herir sus sentimientos. Miró a Crad, y la media sonrisa de este le hizo entender que él ya lo sabía. Lógico, se dijo Melissa. Sabía que en un pasado, ellos dos habían compartido unos lazos muy amistosos.
Borró los pensamientos que habían empezado a encadenarse en su mente, contrariada. ¿Qué le importaba a ella lo que Crad y Elybel pudieron haber sido antes? Ella sólo había ido hasta allí para conseguir su sueño, no para entrometerse en la vida de los demás. Sus ojos se desviaron hacia el líquido del cuenco. Se fijó en que no había cuchara. Abrió la boca para hablar, pero enseguida la cerró. A lo mejor los elfos no comían con cuchara. Pero entonces, ¿se lo tenía que beber como hacía con el jugo del melocotón que quedaba en el plato?
Crad pareció darse cuenta de sus dudas, porque cogió su «sopa» y se la llevó a los labios. Inclinó el cuenco y empezó a tragar con los ojos cerrados, disfrutando del sabor. Melissa lo imitó, incluso cerró los ojos también. El líquido entró en su boca, y esta se sorprendió de lo sabroso que estaba. Nunca había probado nada parecido. Era como beberse el olor que emanaba de las flores. Algo imposible de describir.
El mundo pareció desaparecer a su alrededor, y Melissa disfrutó del momento. Aquel caldo parecía aportar una sensación de paz y relax que nunca antes había conseguido sentir. Por eso, cuando dejó de notar la calidez del líquido en su boca, cayó en la cuenta de que seguía allí, junto a Crad, Elybel, el animal y un montón de elfos más.
Alejó el cuenco de sus labios, sonrojada.


Tres hombres, grandes como armarios, de voz grave y rasposa, caminaban con brutalidad por la espesez de los árboles, en la oscuridad de la noche. Junto a ellos, pasando casi desapercibido, había un pequeño niño que apenas llegaba a los siete años de edad, de cabellos rubios y ojos apagados por una desolante pobreza. Este escuchaba a sus superiores hablar sin descanso, sin temor alguno. Uno llevaba un hacha atada a la espalda, y los otros dos varias herramientas de aspecto peligroso en sus cinturones.
Delincuentes errantes.
Sus pasos se detuvieron, y sus ojos empezaron a inspeccionar la zona con curiosidad. Habían logrado oír al fin el sonido que producían los cascos de un caballo al galopar. Y sabían que este se acercaba velozmente.
En un abrir y cerrar de ojos, un lustroso corcel negro, de crines y cola grisáceas se abrió paso entre la maleza, deteniéndose frente a los cuatro huidores de la ley. La parte trasera de su cuerpo estaba moteada por ligeros lunares grises. Sus ojos apenas se diferenciaban, ya que eran igual de oscuros que su piel.
Y sobre ese hermoso caballo, una figura envuelta en una capa granate con capucha.
¿Han visto a dos jóvenes caminando por aquí? –preguntó la figura en el extraño y enrevesado idioma de Anielle.
Hubo unos escasos segundos de silencio entre los cinco. Hasta que uno de los hombres –el del hacha– sonrió maliciosamente.
¿Por qué se lo tendríamos que contar? –preguntó con cierto tono burlón.
Todos los demás rieron, a excepción del pequeño niño que estaba encogido sobre sí mismo, mirando con un desconocido temor a aquel que estaba subido en el caballo. Y entonces lanzó una leve exclamación de terror.
Algo destelló en la noche, en aquel mismo rincón del bosque. Las carcajadas se acallaron, y sobre el cuello del hombre con el hacha atada a su espalda, se apoyaba la punta de una espada afilada y letal. Su mirada asustada se alzó hacia el portador de esa espada. Y entonces, entre la capucha del jinete, entrevió unos brillantes ojos dorados que le atemorizaron aún más, impidiendo que pudiera pronunciar palabra alguna. Porque aquellos ojos parecían dos farolillos. Tenían luz propia. ¿Cómo era posible?
¿Los habéis visto –preguntó de nuevo– o no?
Los otros hombres gruñeron contrariados. Su orgullo se había visto reducido en cuanto habían sido capaces de clasificar su voz como femenina. Era algo indignante que les estuviera amenazando una mujer.
Creo... –dijo de repente la dulce e inocente voz del niño– Creo que yo los he visto.
Todas las miradas se posaron en él, quien empezó a ponerse nervioso. Al ver los ojos dorados de la joven, se puso pálido de puro terror, pero intentó disimularlo. Él era hijo de un delincuente, y por ello no podía tener miedo a una mujer. Pero en su interior, sabía que era más que una mujer. Su intuición le dijo que era peligrosa, que poseía un poder superior al suyo.
¿Y bien? –preguntó ella, serena y sin dejar de apuntar al cuello de su padre.
Este mediodía me pareció ver a una chica y un chico caminando hacia allí –relató señalando a su espalda.
¿Cómo eran? –interrogó.
Pues... –el pobre niño dudó, atemorizado. Los había visto desde lejos, y con los árboles como obstáculo–. El chico era muy alto, y llevaba ropas campesinas, pero se le veía decidido, y caminaba delante. Tenía un pelo oscuro y muy despeinado. La chica era más bajita. Llevaba una capa azul cielo y una bandolera. Creo que también llevaba un carcaj y un arco, pero no lo puedo asegurar, ya que la capa le cubría la espalda. También me pareció ver que tenía la mano izquierda vendada...
Suficiente –interrumpió la joven, envainando su espada.
Rebuscó entre su cinturón y sacó un pequeño saquito negro. Lo tiró hacia el niño, que lo cogió con ambas manos y cierta extrañeza.
Gracias –fue lo último que dijo la jinete antes de marcharse y desaparecer galopando hacia la oscuridad.
En cuanto los cascos del caballo dejaron de oírse, los tres hombretones miraron al pequeño. Este miró a su vez el pequeño saco que tenía en las manos. Lo agitó un poco. Un sonido metálico inundó el incómodo silencio que se había formado. Había bastante dinero ahí dentro.


¿Seisha? –preguntó Melissa
Sí –asintió Elybel–. Así se llama.
Melissa acarició de nuevo la cabeza del animal. Le agradaba su nombre. Sí, le sonaba a algo suave y cariñoso, pero valiente en los momentos adecuados.
Los cuatro –Crad, Melissa, Elybel y Seisha– se encontraban frente a una de las cabañas que había bajo los árboles. La noche ya había llegado por completo, y la oscuridad había invadido la pequeña ciudad-refugio de los elfos. Pero estos se habían dedicado a encender pequeños farolillos esparcidos por Falesia que antes habían pasado inadvertidos para Melissa. Así que ahora, una luz amarillenta inundaba todo el espacio, proporcionando un ambiente tranquilo y acogedor, a pesar de que el frío seguía presente en el espacio.
Bueno dijo Elybel al fin. Seisha enseguida acudió junto a ella–. Creo que os vendría bien que os fuerais ya a dormir. Seguro que estáis muy cansados añadió mirando directamente a Melissa con una sonrisa en sus labios. Además, mañana por la mañana tendréis que madrugar.
No hace falta que te preocupes tanto por nosotros repuso Crad. Estaremos bien, tranquila.
Bueno, sí, lo sé. Pero sois los invitados, por lo que mi obligación es preocuparme por vuestra comodidad. Hizo una breve pausa, en la que un brillo de malicia relució en sus ojos. Y cuidado con lo que hacéis, que las telas de la cabaña son lo suficientemente delgadas como para que se escuche todo añadió guiñándole un ojo a Crad.
 Melissa se sonrojó hasta la raíz del cabello, y se quedó mirando a Elybel con los ojos casi saliéndose de sus órbitas. ¿Tenían que dormir OBLIGATORIAMENTE en la misma cabaña? La situación se veía algo incómoda.
¡Maldita Elybel! exclamó Crad, algo enfurecido. ¡Tienes suerte de que estemos en Falesia, que si no...! Dejó la frase en el aire, pero era obvio cómo terminaba.
¿No había otra cabaña? preguntó Melissa, sin poder reprimirse más.
No, lo siento respondió la elfa, alejándose ya de ellos, seguida por Seisha. Esa era la única, hermosa. ¡Ala! ¡Que paséis una buena noche!
Ambos jóvenes gruñeron de mala gana y lanzaron maldiciones por lo bajo. Melissa miró a Crad con el ceño fruncido. Él la miró a ella sin mostrar expresión alguna.
Pasa tú primero le dijo el joven.
Ella no añadió nada, sólo obedeció a regañadientes.
¡Melissa! gritó una vocecilla a su espalda.
Esta se detuvo, a un paso del interior de la cabaña. Se volvió sobre sí misma, para ver correr y saltar en su dirección a la dulce Clarysse.
Cuando la pequeña elfa llegó a su altura, abrió la palma de su mano, ofreciéndole a Melissa un objeto, sin perder su radiante sonrisa.
¡Te lo he hecho yo! decía con alegría y entusiasmo. Espero que te guste.
Era una flor pequeña y blanca, con un cordel verde en la parte superior. Se veía que aquello servía para que el adorno se colgara en cualquier sitio. Melissa cogió el objeto con delicadeza, temerosa de que fuera a romperlo o algo.
Puedes colgártelo junto con esa piedra azul que tienes en el cuello indicó Clarysse.
Muchas gracias, Clarysse dijo Melissa, maravillada. No era muy habitual que recibiera tanto amor.
La abrazó, agradecida.
¡Clarysse! llamó una voz desde las sombras.
La pequeña respondió algo en su idioma élfico, y luego volvió a girar la cabeza hacia Melissa mientras le mostraba sus blancos y diminutos dientes.
No hay de qué, me encanta hacer regalos a los nuevos conocidos que me caen bien canturreó dulcemente. Ahora me tengo que ir, que mi madre me llama. Buenas noches, Melissa. Sus ojos se posaron en Crad. Buenas noches a ti también, Cradwerajan.
Y dicho esto, se alejó trotando como un potrillo feliz.
Melissa se quedó mirando la flor un rato más. Sólo entonces se percató de una extraña luz azulada proveniente del cielo. Alzó la cabeza, y lo que vio le sorprendió en su grado más alto.
Crad... balbuceó. ¿Qué es eso?
Crad miró hacia arriba, extrañado.
Sijahn. Sólo es visible cada tres semanas o así. Qué casualidad respondió tranquilamente, con las manos sobre la cabeza. Luego, bajó la mirada hacia la atónita Melissa. ¿Es que nunca lo habías visto?
Era un satélite. Pero no uno como la luna, pequeño y lejano, brillante pero frágil. En absoluto. Este era grande, mas bien enorme. Tenía un color azul pálido, y varios cráteres esparcidos por su superficie. Algo que maravilló completamente a la joven terráquea.
Pero enseguida volvió a la realidad, percatándose de que volvía a descubrirse ella misma.
Sí, sí, sí se apresuró en decir. Deja, deja, que se me ha ido un poco la cabeza. Me había parecido ver algo, pero no es nada, de verdad.
Y se adentró en la cabaña rápidamente, con un mal disimulado nerviosismo.
Crad alzó una ceja y se quedó pensativo. Varias ideas le rondaron por la cabeza. Sus ojos se posaron en el cielo estrellado. Se mostraba serio. Muy serio. Pero se encogió de hombros y también se adentró en la cabaña.
Arriba, oculto en las sombras, había una figura envuelta en una capa gris que los llevaba observando desde hacía rato. No se movía, sólo observaba.



LA AUTORA:

¡Hola lectores! Bien, hoy traigo una pequeña sorpresita. Veréis, me he animado a hacer un ask. Sé que llevo muy pocos capítulos subidos pero soy TAN despistada, que mejor hacerlo ahora, porque después se me va a olvidar. Podéis preguntarme LO QUE QUERÁIS (ejem... a ver, sin pasarse...). Y además, también podéis preguntar a los mismísimos personajes de la novela, que estarán encantados de responderos. 
Simplemente tenéis que formular una pregunta, yo la respondo en cuanto pueda. Si lo que queréis es preguntar a alguno de los personajes, sólo tenéis que empezar la pregunta con un "A/Para PERSONAJE (puede ser CUALQUIERA)" y preguntáis. Así de fácil^^


¡Un beso!









7 comentarios:

  1. Madre, madre madre!!!!!! Pero que capitulo mas chulo, ay por favor que pasara en esa noche, yo me huelo un mal presago ehh! y no se porque me parece que Syna no es tan mala como parece, lo llevo pensando desde hace mucho ;)
    Y lo siento pero Elybel no me acaba de gustar del todo, no me transmite confianza, es un poco.. rarita :S
    Besitod de Azucar me ha encantado ana!!

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    1. O.O Muchas gracias!!!^^ Me alegro mucho de que te guste :DD Bueno, bueno, todo se verá. Lo que ahora lo tendré algo más crudo lo de subir capítulos cada lunes (hoy, por ejemplo, ya me ha llevado dolores de cabeza xD).
      Jajajaja xD Rarita? Sí, tienes razón, es algo rarita.

      Muchos besos^^ Me alegro cari <33

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  2. Syna es mi personaje favorito, sin duda alguna ;)
    Esa entrada de Clarysse a última hora a lo "¡BUENAS TARDES, ¿QUIERE UNA ENCICLOPEDIA?! me ha matado, pero sospecho que ella es una de las malas y que la flor esa que le dio es algo malo en realidad.

    Eso de crear satélites siempre nos da mucho juego a las escritoras jaja

    Te adoro amor<3
    Muchos besazos.

    CORAZÓN DE FUEGO.......¡Está llegando!

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    1. JAAAAAAAAJAJAJAJAJAJJAAAAAAAJAJAJJAJA XD
      Me has matado con lo de "¡BUENAS TARDES, ¿QUIERE UNA ENCICLOPEDIA?!". Diosssssss... Eres insuperable xDD Aunque ahora que lo pienso... una niña elfa vendiendo enciclopedias es una buena campaña de publicidad, y a nadie se le ha ocurrido aún... Cuidado, que te lo quitarán xD

      T^T No diré nada............

      Satélites!!! I <3 satéeeeeeeeelites. La verdad es que ese satélite lo tenía creado desde hacía tiempo, en un Word perdido por el ordenador que encontré y dije "Uoooh! Lo voy a acoplar^^!". Sí, antes me dedicaba a crear mis mundos TT Sí! Me aburría mucho, valee??!!

      Yo también te adoro!!! <33
      Besos y achuchones, encanto^^

      *-* Y YO LO ESTOY ESPERANDO ANSIOSA EN LA ESTACIÓN!!!!!!!

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  3. :o :o :O clarysse y eybel no me caen nada bien , la niña es demasiado dulce ¿venga ya una flor? eso es un arma nuclear esta claro XD
    Eybel me transmitía algo raro desde el principio . Menuda noche van a pasar estos dos*_* pero me pone nerviosa que la oculten tantas cosas a melissa T_T pobre yo estaría desorientada.
    syna es tan genial*_* cuando le da el dinero al niño y esa actitud amenazadora que tiene me esta cautivando (no en sentido lesbico eh XD)
    *_+ habia escrito en el otro capitulo pero al no estar en casa mi ordenador se vuelve loco (malditas vacas y maldito campo )

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  4. ay..me ha dejado intrigada quien es el hombre de la capa gris..y porque le da una flor..??
    bueno, en otro rato averiguaremos que pasa...

    Un besoo

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  5. asdcecsax♥ AL FIN ME DIO TIEMPO DE LEER.

    <3

    Estoy así: me leo un capítulo y sigo escribiendo un episodio de El Despertar de la Elegida en word, leo otro cap., y sigo escribiendo... así estoy JAJAJJAJAJA. Es que solo tengo tiempo de escribir los viernes luego de la escuela y los findes, al igual que leer, uugh. ;_; Asi que aprovecho a hacer las dos cosas al mismo tiempo ê_ê

    fcdfascdffdcfsacd♥♥♥ AAH. ¡¡ESTE CAPITULO!! Me gustó muuuuucho:) ¿Quién será la persona de gris? Para mí que es SYNAAAA♥♥
    Mmmmh... Me llama la atención el satélite azul*-* Yo tengo una obsesión por ellos, gdvasdv♥ Es más, en mi historia tenía planeado hacer una visión de la prota y en ella hay como una constelación o algo así n_n También tengo una pequeña obsesión por los colgantes con piedras mágicas, son tan relindos <3

    JAJJAAJA ¡MALDITA ELYBEL! Estate pilla.(?) Elybel cabeza sucia. ¡Jajajjajaj! Lo que me he reído en esa parte :P

    Y bueno, me ha encantado, ¡Un besazo, Ana! :3

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Muchísimas gracias por tu comentario :)