Miembros de la Séptima Estrella

lunes, 26 de marzo de 2012

[L1] Capítulo 13: Retomando el camino

Nota: Bueno, me gustaría dedicar este capítulo a mi querida Gaby. ¿Por qué? Porque ha estado ahí desde el principio del blog, porque es una fantástica persona y además en este capítulo hace aparición su personaje dedicado ^-^
Espero que disfrutéis. Y gracias por leer, ¡os quiero a todos!







Un carruaje rojo daba botes al pasar sobre el destartalado camino. Dos caballos de pelaje castaño lo arrastraban, conducidos por un chófer de porte elegante y cabellos grises. Avanzaban por un bosque, pues estaba todo repleto de árboles. Pero, por la expresión del anciano, parecía que se habían perdido.
Las dos personas que viajaban en su interior no cesaban de brincar en sus asientos a causa de los baches. Una era voluminosa, con una delantera descomunal y la cara completamente redonda. Ojos pequeños y oscuros, y cabello rubio recogido en una moña. Se la veía elegante con su vestido de una sola pieza color granate y negro. La otra persona se sentaba en el otro asiento, justo delante de ella. No se le podía ver el rostro, pues estaba oculto en las sombras. Sus ropajes eran más bien campesinos. Un corsé de cuero sobre una camisa de tirantes blanca, una falda mostaza y una capa gruesa amarronada. Su cabello le llegaba hasta el comienzo del corsé, y se veía que era de un castaño oscuro. Miraba a través del agujero de la ventana mientras jugueteaba con algo en su regazo.
Súbitamente, la pequeña y regordeta mano de la mujer elegante golpeó las de la joven, para así interrumpir su entretenimiento.
Deja de jugar con eso –le recriminó mientras volvía a incorporarse en su asiento–. Está mal visto.
¿Qué me importa a mí? –saltó la otra–. No me va a servir para nada en el futuro que me aguarda.
Cuida tus modales, señorita –le riñó, mirándola con furia–. Si sigues así, no vas a tener futuro. A los hombres no les gustan las muchachas como tú, tan mal educadas.
Sólo tengo dieciséis años, no estoy pensando en contraer matrimonio con alguien aún.
¿Y en qué piensas? –preguntó la mujer de repente, elevando la voz quizás demasiado–. Tienes la cabeza en otro sitio, no estás para la labor. Sinceramente, me alegro de haberme desecho de ti. Aunque me parece extraño que haya alguien capaz de quererte para trabajar. No vales para nada.
La joven apretó los puños, furiosa. Quería gritarle, quería enfadarse, quería levantarse, saltar del carruaje y huir. Pero sabía que no podía hacer aquello, porque la mala leche que residía en el interior de aquella mujer era casi tan grande como su barriga. Y además sabía que aquello que acababa de decir no era cierto. La realidad estaba en que aquel ser le caía tremendamente mal, y hacía los trabajos sin ganas, intentando molestar lo máximo posible a la mujer. Por eso mismo, esta, al ver que la muchacha ya no le servía como criada, buscó enseguida a alguien que la quisiese. Enseguida surgió una familia campesina que la pedía para los trabajos del campo. La mujer aceptó enseguida, pues quería deshacerse de la joven lo antes posible, y esta no supo si aquello era buena o mala suerte. No sabía las condiciones que tenía aquella familia de campesinos. ¿Y si no tenían suficiente dinero para mantenerla? Las posibilidades de que eso fuera cierto eran grandes dado los tiempos que corrían.
Súbitamente, las ruedas del carruaje pasaron por encima de una gran piedra, y las dos personas que había en su interior pegaron un gran salto.
¡Maldito seas, ten más cuidado! –chilló la mujer al chófer, asomándose por la ventana.
Lo siento, mi señora, lo siento mucho –repetía el pobre chófer, acongojado.
La mujer se incorporó de nuevo en su asiento y comenzó a despotricar por lo bajo sobre la mala suerte que tenía con el servicio y lo poco que valía este. La muchacha lanzó un suspiro cansado y se llevó la mano, cerrada alrededor del objeto con el que había jugueteado, al corazón, mientras echaba un vistazo a una nube que se movía lentamente por el cielo.


Déjame, que puedo yo solo –decía.
Cállate –le repetía–. No te hagas el fuerte, que no estás en condiciones
Suéltame y verás.
No.
Sí.
No.
Sí.
No.
Sí.
¡He dicho que no! ¡Y punto!
Ambos habían estado discutiendo la mayor parte del trayecto, siempre por lo mismo. El cachorro daba vueltas por ahí, saltando y oliendo todo lo que encontraba a su paso, lo que ponía mucho más nervioso a Crad, que ya le había cogido manía al pobre animal.
¿Qué querías explicarme sobre él?–había preguntado Melissa una vez, mirando al pequeño y oscuro cachorro.
Ah, sí –recordó Crad, sin muchos ánimos–. Sabes que los beinchog son muy independientes, ¿verdad? Son una raza libre. –Melissa asintió–. Pues bien, esta raza tiene por costumbre elegir a su dueño una vez han salido del nido de sus padres. Aunque el término más correcto es «compañero», porque en realidad, estos animales nunca pertenecen a nadie. Sólo acompañan a quienes quieren.
–¿Pero no es demasiado pequeño este animalillo? –preguntó Melissa torciendo los labios.
–No dirás lo mismo dentro de unas semanas –sonrió Crad.
Aquella explicación le había sonado demasiado irreal a Melissa. En la Tierra era al revés. Eran los humanos los que cogían a un animal y lo cuidaban, procurando que no se escapase. Pero aquella raza, al parecer, era muy distinta, al igual que todo lo que había en ese mundo de locos al que llamaban Anielle.
En un descuido, Crad se deshizo de los brazos de Melissa al fin, y su espalda fue a chocar contra el tronco blanco de un pequeño árbol.
Gané –dijo con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
Melissa se cruzó de brazos, observando al joven de arriba a abajo. Piel sucia, ropajes sucios, cabello graso y grisáceo y ojos cansados.
Tienes un aspecto dementable –objetó.
Como si tú estuvieras muy bien –reprochó Crad–. ¿Por qué sigues llevando la venda? ¿Has visto el desparpajo con el que te has puesto la ropa? Tu pelo es una completa selva, no hay quien se entienda con eso. ¡Y tus ojeras! ¿Cuánto tiempo hace que no duermes?
Melissa se miró a sí misma. Sí, había acertado en todo, lo sabía. En su mente calculó aprisa las horas que había pasado sin dormir.
Pues... –vaciló–. Quizá más de cuarenta y ocho horas –susurró con un hilillo de voz.
Los ojos de Crad se abrieron de par en par.
¿Y no tienes sueño? –preguntó atónito–. ¿Cómo puedes pasar sin dormir tanto tiempo?
«¿Cómo puedo dormir sabiendo que estoy en otro mundo? ¿Cómo puedo dormir sabiendo todo lo que hay por ahí?», pensó, aunque en el exterior solamente se encogió de hombros.
Crad bufó y negó con la cabeza. Luego se frotó la cabeza y disfrutó del apoyo que el árbol le ofrecía. Lo cierto es que sí se encontraba algo aturdido y sin fuerzas, pero podía soportarlo. Aprovechó esos escasos segundos de tranquilidad para ponerse a pensar sobre cómo saldrían de esa. El fuego se extendía rápidamente, y el bosque era muy grande. Antes de correr como unos desesperados, debían planear algo. Pero un sonoro gruñido lo sacó de sus cavilaciones. Se puso alerta, doblando ligeramente las rodillas y separándose del árbol, con la mano preparada para desenvainar su daga.
Lo siento... –murmuró Melissa a su lado.
El joven la miró interrogante. Tenía una mano posada en su vientre, y su expresión mostraba algo de vergüenza. No tardó en comprender lo que ocurría y cuál había sido el origen de aquel gruñido. Echó una leve risotada por lo bajo.
¿Tienes hambre? –le preguntó aún sonriendo.
No, mira. Estoy perfectamente –protestó Melissa con sarcasmo–. A penas he comido desde que llegué a... –se interrumpió de inmediato al darse cuenta de lo que iba a decir.
¿A dónde? –insistió Crad con curiosidad.
A... A Adralish –improvisó.
Crad la miró alzando una ceja, y Melissa se esforzó por sonreír inocentemente. Pero nuevamente, el rugido de sus tripas resonó entre ellos. El joven volvió a reír y alzó la cabeza. Sin previo aviso, pegó un salto y alargó el brazo hacia arriba. Cogió una fruta del árbol que tenían sobre ellos y se la tiró a Melissa, que reaccionó rápido y la agarró. Esta observó el objeto detenidamente. Era como un limón, igual de amarilla, la misma textura, pero mucho más esférica que la fruta terrícola.
Eso se come –le explicó Crad.
La joven le lanzó una mirada inquisitiva.
Ya lo sé, no soy estúpida –protestó.
Tras terminar la frase, se afanó en retirar la piel de la fruta. Era mucho más fácil de quitar de lo que se esperaba. El interior de dicha fruta era como una naranja, pero esta tenía un color amarillento.
Algo le llamó la atención desde abajo. El oscuro cachorro de beichog movía la cola de un lado a otro, con sus ojos rebosando energía. Melissa enseguida comprendió el mensaje. Se puso cuclillas y pellizcó con cuidado la fruta, para darle trozos de esta al cachorro. Observó cómo este la devoraba sin perder su felicidad. Aquello bien podía significar que la fruta estaba buena. Se la llevó a la boca y pegó un mordisco. Era extremadamente dulce, algo que agradeció plenamente.
–Oye, Crad –llamó Melissa sin dejar de darle de comer al animal.
Crad bufó.
–No me llamo Crad –replicó.
–¿Cuántos años tienes?
Crad se la quedó mirando, pero Melissa tenía los ojos fijos la comida que le daba al cachorro.
–Pues no lo sé –respondió encogiéndose de hombros.
Fue entonces cuando la joven alzó la cabeza hacia él.
–¿Cómo que no lo sabes? ¿Cómo se explica eso? –preguntó algo confundida.
–Supongo que diecisiete. ¿Por qué lo preguntas?
Esta vez fue Melissa quien se encogió de hombros.
–Curiosidad –respondió solamente.
–¿Y tú? ¿Qué edad tienes tú?
La mente de Melissa empezó a pensar con rapidez, haciendo cuentas. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Ese era el tercer día. Entonces…
–Dieciséis –murmuró–. Sí, dieciséis –afirmó, elevando un poco más la voz. Desde hacía un día tenía dieciséis, y ella sin acordarse.
Súbitamente, un sonoro grito hizo que ambos volvieran la cabeza. A unos diez metros de su posición, una avalancha de elfos se abría paso, portando con ellos grandes cuencos y cualquier herramienta hueca con aguas transparentes en su interior, que salpicaban el suelo de tierra de lo deprisa y atolondrados que iban sus portadores. Estaba claro a dónde se dirigían. Sólo había un lugar posible. Porque, si en algún momento Melissa había pensado que serían capaces de abandonar su ciudad-refugio a merced del fuego, estaba muy equivocada. No había cosa que no amaran más los elfos de Falesia que la naturaleza y su propio hogar. Y si se mezclaban las dos cosas, aún peor.
No supo por qué, pero Melissa se puso a buscar una capa grisácea entre los gruesos músculos de los elfos. Lamentablemente, no vio ninguna. ¿El Jefe no se encontraba entre ellos? Qué extraño…
Ninguno de los dos jóvenes articuló palabra hasta que no pasaron todos de largo. Y cuando Melissa abrió la boca para hablar, un nuevo improvisto se presentó a sus espaldas. Algo cayó del árbol; algo demasiado pesado como para tratarse de una simple fruta. La elegancia con la que se posó en el suelo era máxima, así que las posibles «cosas» que podrían ser se redujeron rápidamente. Tanto Crad, como Melissa, como el cachorrito que posaba sus patitas sobre las rodillas de la joven esperando más comida, giraron la cabeza hacia el ser que había aterrizado junto a ellos.
–¿Elybel? –preguntó Crad inmediatamente, sin terminar de creérselo–. ¿Qué haces aquí?
La elfa colocó una mano sobre su cadera, y con una radiante sonrisa en el rostro, respondió:
­–Quiero acompañaros.
Melissa se quedó sin habla.
–Pero si nunca has salido de Falesia –objetó Crad.
–Siempre hay una primera vez para todo –protestó Elybel.
–Genial, otra loca más en el grupo –refunfuñó Crad, llevándose las manos a la cabeza y dándole la espalda a su amiga.
El sonido de la cuerda del arco al tensarse absorbió el escaso silencio que se había formado. El joven miró a la elfa con una evidente sorpresa en el rostro.
–Estaré loca –dijo esta sin dejar de apuntar una de sus flechas hacia él–; pero tengo buen manejo con el arco.
El silencio fue brutal. La tensión que se había formado en el ambiente había cubierto cualquier leve sonido que se produjera por el bosque. Pero eso sólo duró unos segundos, porque enseguida Elybel se puso a reír, bajó el arco y se abalanzó sobre Crad, abrazándolo. Crad también rió.
–Sólo quiero acompañaros, ¿vale? –murmuró la elfa contra el brazo de Crad–. Ya no me queda nada en Falesia.
Y eso era cierto. Ella nunca había tenido amistades allí. Como mucho se hablaba algunas veces con Clarysse; pero ella ya no se encontraba allí. El único lazo de amistad verdadera lo compartía con su beichog, Seisha, y esta había desaparecido. Y para colmo, tampoco le quedaba su hermana. Crad era lo único que conservaba aún.
Y él lo entendió, así que accedió de inmediato.
Un leve carraspeo les hizo deshacerse de su abrazo. Volvieron su mirada y se encontraron con una Melissa mordisqueando su fruta.
–¡Melissa! –saltó Elybel, acercándose a ella y envolviéndola con sus brazos. La joven se quedó tiesa al ver la reacción de la elfa–. Sinceramente, no esperaba que llegaras tan lejos, eso es buena señal y… –se interrumpió, aunque ya había desatado cierto enfado en el interior de la humana. ¿Que no esperaba que llegase tan lejos? Pero, ¿qué quería decir con eso?–. ¿Qué es esto? –preguntó entonces, olvidando todo lo anteriormente dicho.
Con un sencillo movimiento, extrajo el arco que Melissa había tenido atado al carcaj todo el tiempo, y el cual se le había olvidado completamente que existía. Lo alzó en el aire y  lo observó con detenimiento.
–¡Tienes un arco! –exclamó.
–Pero no lo sé usar –susurró Melissa algo avergonzada.
–Yo te puedo ense… –Se interrumpió a sí misma, dejando caer el arma al suelo con cierto asco representado en su rostro–. ¡Tiene el símbolo de Gouverón!
Los penetrantes ojos verdes-dorados de la elfa se clavaron en Melissa. Esta quedó acongojada ante la intensa mirada, y se esforzó por hablar.
–Se lo robé a un soldado que me atacó –explicó apresuradamente.
La expresión de Elybel pareció calmarse, y se agachó para recoger nuevamente el arco y entregárselo a Melissa, que intentó cogerlo con la mayor simpatía posible. La estaba poniendo de los nervios.
–Bueno –suspiró Crad, aliviando la tensión que se estaba formando entre las dos chicas–. Más allá hay un gran río que separa al bosque en dos. Si lo atravesamos, ya no correremos peligro alguno en lo relacionado con el fuego.
Ambas jóvenes asintieron, sin dejar de mirarse la una a la otra. Luego, se pusieron en marcha.


El humo inundaba el ambiente. Un gran espacio de la hierba estaba cubierto casi completamente por cenizas que había arrastrado el viento. Y sobre ellas, con los ojos cerrados y el largo cabello negro y lacio desparramado hacia todos los lados, yacía una joven tumbada, inconsciente. Su mano izquierda estaba posada sobre su vientre, y la otra mano junto a su rostro, cerrada casi por completo.
Súbitamente, un dedo de dicha mano se movió. A penas se notó, pero posteriormente una tos seca provocó que una gran cantidad de polvillo gris saliera volando. Aquello afirmaba que la joven se encontraba bien. O que al menos podía seguir con vida. Sus párpados se abrieron, y sus ojos dorados volvieron a brillar con fuerza. Tras un leve gemido, la muchacha se incorporó hasta quedar sentada sobre el manto gris. Se palpó la frente sin dejar de toser. Le dolía la cabeza y el pecho izquierdo. Observó su alrededor, confusa. Entonces comenzó a recordar.
Había conseguido saltar el muro, y por los pelos. Se había tenido que coger bien fuerte a la rama de un árbol y descender por este, porque la escarpada roca se le hacía difícil bajarla sin accidentarse. Luego, una vez abajo, había oído un crujido. Había alzado la cabeza, alertada, y se había encontrado de pleno con un objeto que se abalanzaba sobre ella: una rama. Luego, todo borroso.
Y antes de cerrar los ojos y quedar inconsciente definitivamente, una sombra que se acercaba hacia ella. Una sombra que le transmitió un sentimiento de familiaridad y nostalgia.


10 comentarios:

  1. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!!!!!!!!

    *En estado de SHOCK* NO ME DIGAS QUE LA CHICA DEL CARRUAJE ES EL PERSONAJE BASADO EN MÍ!!!!!!!!! EN SERIOOOOOOOOOOOO???????? Oh dioses esto me hace tanta ilusión T_T <33
    Jajajajajajjaja es genial, me encanta su actitud, es justo la que tengo con mi padre ¬¬ Maldito viejo.
    Me encantó :') Voy a llorar de alegría XDDDD

    Syna! Madre mía la echaba tanto de menos...pero salió poquito! Oohhhh adoré este capítulo, pasa a ser mi favorito desde YA (L)

    Y ME LO DEDICASTE!!!!!! Ana, te adoro T^T

    Muchas gracias por todo, ya vi que me pusiste la primera en una lista de blogs :O TE ADORO T_T <3

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    1. JAJAJAJJAJAJAJJAJAJAJA XDD NO FASTIDIES, DE VERDAD TE GUSTA? Buah, eso es que tengo yo práctica con mi madre ¬¬ Jajajajajjaa^^ Me emocionas diciéndome que te encanta.
      Lo siento que saliera poquito. Pero tranquila, que más adelante te (casi) juro que vas a tener a Syna hasta en la sopa. ¿Adoraste el capítulo? ¿¿Tanto te gustó?? Uf, yo que creía que a lo mejor había poca acción y eso :S Bueno, bueno, menos mal.
      ¡FALTARÍA MENOS! Tú me dedicaste uno, yo te dedico uno TT Teee looo mereeeceees^^
      Laralaralará, yo también <33 ^^

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  2. Muy bien como siempre, me encanta el cachorritoo :)

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  3. Que genial, que genial!
    Bueno vamos por partes, capitulo de transicion, de reorganizacion, de situacion de los personajes, ha quedado super cohesionado todo. me mola lo del nuevo trio y ya si se une Syna lo filpas :)
    luego espero que salga una bonita amistad entre M y E
    pero a la vez que si hay algo relacionado con el amor y con Crad que no haya malos rollos.
    quiero saber mas de las del carruaje bueno la señora me da un poco igual pero la muchacha no ;)
    un besooo enorme y ala esperar hasta la semana que viene ¬¬'
    muaaaaaaaak <3

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    1. ¡¡PRINCESAAAA!!
      LO NECESITABA. Como dices, en este capítulo me he basado en la organización y todo eso. Mi cabeza era una completa batidora -.- Necesitaba tranquilidad para asentarme bien, porque estos últimos días he estado algo atolondrada.
      Jojojojo^^ Ese trío iba a desaparecer, pero 2 personitas me han aconsejado que siga con él :)
      Sobre la muchacha, sabrás. Y mucho durante la historia.

      Jajajajaja:) Es lo que hay, necesito un respiro y algo de tiempo -.-
      ¡Un besazo enorme, cari!<33

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    2. ¿Sabes lo bien que me sienta que quieras saber más sobre la muchacha? XDDDD <3

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    3. Jajajajjaaj supuse que seria tu personaje :) y si quiero saber mas mucho mas;)
      Yo tambien te animo a que continues con el trio ehh!!!
      besiiitos!

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  4. *____________-* la chica del carruaje es tan LOL me encanta me rei tanto con ella , me recordó a una amiga mía XD Tiene una actitud parecida .
    ¬¬ ¡Y DE DONDE LEÑES SALE EYBEL ? mira que no me gusta que se una al viaje aunque me caiga bien , mientras no se entrometa entre Crad y melissa XD siempre me rio con estos dos XD tiene mas pique pero todo desde el cariño y sobre todo la conversación de besugos de -si , -no , - si , -no XDDDDDDD esas conversaciones que todos hemos tenido en algun momento de nuestra vida .

    * LOL Crad no sabía cuantos años tenía XD, en fin , se le quiere igualmente

    DIOSES la parte de syna me dejó atonita pero me gusto que hubiera un capitulo de relajación y sobre todo un capitulo para reunir ideas en mi mente *_________-* te adoro

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  5. ¡Oh Dios! (? ME HA CAÍDO TAN BIEN LA CHICA DEL CARRUAJE *-* Me recuerda a mí en mi estado de terquedad.
    Elybel se une D: He de decir que me encantaría que le enseñe a Melissa a usar el arco. Me ha encantado ese momento de elfa alegre(?), hasta que vio el símbolo de Gouveron. A veces pienso que Elybel en un momento se va a enojar con Melissa, pero otra voz me dice que no. Ya veremos ^^
    Me encantan las peleas entre Crad y Melissa, parecen dos hermanos, juju ♥♥♥ No los puedo ver como pareja, no,no,NO. >/////< Ellos son y serán HERMANOS MOLESTOSOS BFF. xD.

    ¡¡Syna!! LA ADORO, ELLA ES LA MEJOR <3

    ¡Un beso, Ana! ^^
    PD1: Me ha encantado el capítulo.
    PD2: Pido disculpas por no haber leído hace mucho, tuve unos problemas. Este capítulo ya lo había leído hace bastante pero me olvidé de comentar </3

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Muchísimas gracias por tu comentario :)