Miembros de la Séptima Estrella

lunes, 20 de febrero de 2012

[L1] Capítulo 10: El peligro se acerca




Melissa se abría hueco entre los elfos, cosa que veía complicada, ya que estos eran mucho más altos y musculosos que ella. Podía oír sollozos, exclamaciones, lamentaciones... Era un coro sin fin de voces asombradas y entristecidas al mismo tiempo. Cuando al fin entrevió el centro de todo aquel alboroto, empezó a dar codazos a diestro y siniestro, enfurecida. Los elfos se quejaron, pero ella los ignoró por completo. No estaba de buen humor, y no quería terminar dándole un puñetazo al primero que se le pusiera por delante, porque sabía que aquello no estaría bien.
Al fin, llegó al ojo del ciclón de gente. Se sintió liberada, como si hubiera tenido el cuerpo encadenado por completo durante años y se acabara de deshacerse de las cadenas. Hizo ademán de respirar hondo, pero la escena que se le presentó le heló la sangre.
Se veía que el cuerpo de Clarysse estaba intacto. Nadie se había atrevido a tocarlo, y también preferían evitar mirarlo. La madre de la pequeña elfa estaba apenas medio metro junto a él, encorvada hacia delante, con el rostro casi rozándole el suelo. Todo su cabello, rubio como el de Clarysse, le cubría la cabeza, y murmuraba cosas incoherentes en su idioma élfico.
Su supuesto cónyuge tenía una mano posada en su hombro derecho. Temblaba, y sus ojos reflejaban una infinita tristeza; pero no lloraba. Es más, intentaba tranquilizar a su mujer por todos los medios.
Algo llamó la atención de Melissa. La cabeza de Clarysse. No estaba por ningún sitio.
Clarysse... Clarysse... –susurraba la madre–. Clarysse... Clarysse...
Y entonces se levantó ligeramente, permitiendo que Melissa descubriera el misterio de la cabeza. Estaba allí. En su regazo.
Las manos de la elfa se encontraban inundadas de sangre, al igual que su camisón. La parte delantera de su brillante cabello estaba ensuciado. Ensuciado de un líquido color escarlata. Era una escena estremecedora.
Melissa no sabía si vomitar o acercarse y apoyar moralmente a la madre de Clarysse. Posiblemente, si se acercaba, no podría soportar el hedor de la sangre, y entonces tendría más ganas aún de vomitar. Le asolaba una tremenda incertidumbre. Por lo que se quedó parada allí, de pie, sin saber muy bien qué decir, observando la escena con el rostro pálido. De súbito, la madre de la pequeña elfa asesinada posó sus ojos inundados en lágrimas en Melissa.
Tú... –murmuró–. Tú estabas aquí. ¡Tú! ¡Has sido tú! ¡Tú has matado a mi hija!
El asombro de la joven fue grande, además de que no se esperaba que la madre de Clarysse le hablara en español-idioma de la Séptima Estrella.
¿Cómo? –susurró, apenas sin voz–. ¡No! ¡Yo no he sido! ¡Se lo juro! ¡Yo nunca hubiera matado a Clarysse!
¡Los juramentos de los humanos no sirven para nada! –siguió insistiendo la elfa–. ¡Los humanos sois todos unos asesinos! ¡No respetáis la vida de los demás! ¡Sólo os importáis vosotros mismos!
¡¡NO TODOS SOMOS IGUALES!! –chilló Melissa, apretando los puños. Sabía que no tendría que reaccionar así, pero su carácter era demasiado fuerte como para poder contenerse–. ¡YO NO HE SIDO!
El silencio inundó el ambiente. Todas las miradas de los elfos estaban posados en la joven, y esta no pudo evitar ruborizarse.
Cierto –dijo, bajando la voz e inspirando hondo anteriormente–. Yo he estado aquí cuando han... asesinado a... su hija. –Le costaba pronunciar las palabras exactas–. Pero yo no he sido quien ha terminado con su vida.
¿Y entonces quién ha sido? –irrumpió el padre–. Díganoslo, por favor.
Melissa se quedó callada. No sabía qué debía decir. Crad y Elybel habían dejado que Bowar y Senlya se escaparan, por lo que eso daba a entender que querían salvarles el pellejo. No andarían muy lejos, así que, si ahora los delataba, no habría servido de nada las molestias que se habían tomado.
Maldita sea. Siempre lo tenía que estropear todo.
Yo... –murmuró. Estaba nerviosa, y las manos le comenzaban a sudar. Sabía que los demás la miraban expectantes, esperando una respuesta que tardaba en llegar–. Yo...
Una mano se posó en su hombro, y Melissa lanzó una exclamación asustada. Volvió la cabeza y se encontró con una capucha gris, y un rostro oculto en la sombra que esta proporcionaba. Lo único que podía verse, una sonrisa compasiva.
El Jefe de Falesia.
No hace falta que presionemos a Melissa. –La interpelada se estremeció al oír su nombre pronunciado con aquella voz musical y misteriosa al mismo tiempo–. Yo sé que dice la verdad, y si no lo admite, es porque presenciar una muerte sorpresa de este tipo no es muy agradable para nadie, ¿no?
Se oyeron los murmullos resignados de los elfos. Melissa miró al Jefe fijamente. Era más alto que ella, y además estaba ligeramente encorvado hacia adelante. Aún así, no conseguía verle el rostro completo, dado que su capucha le cubría hasta la nariz, y el ir siempre con la cabeza gacha le daba más ventaja aún. Pero por su voz se podía suponer que ya superaba la veintena, y puede incluso que llegara a los treinta. Aunque ella no estaba muy puesta en los tipos de voces de los elfos.
Y ahora –prosiguió, avanzando un par de pasos hacia los padres de Clarysse–, Hisaé, deja la cabeza de tu hija junto al cuerpo.
Para Melissa, aquellas palabras sonaron extremadamente frías. Lo decía sin ningún tipo de sentimiento, como si lo hubiera estado ensayando desde hacía tiempo. Pero los elfos parecieron verlo completamente normal, porque no se quejó ninguno.
La supuesta Hisaé, entre sollozos asintió, y posó la cabeza de Clarysse de nuevo sobre la hierba. El estómago de Melissa se revolvió, e instintivamente se llevó la mano al vientre. Cuántas veces había hecho ese gesto en lo que llevaba de día. Sólo entonces pareció acordarse al fin del regalo que la pequeña elfa le había dado, y que se había colgado de la cadena de plata al salir de la cabaña. Dirigió una mirada, y su rostro se congeló en una mueca de sorpresa.
La flor, que tan viva había estado, ahora se mostraba seca y casi completamente negra. ¿Qué había ocurrido? Era imposible que se hubiera marchitado en tan poco tiempo.
Esto... ¿Esto te lo ha dado mi hija?
Melissa alzó la cabeza y se encontró cara a cara con Hisaé, que le cogió el colgante con sumo cuidado, y mostrando una expresión de tremenda sorpresa.
S-Sí –tartamudeó la joven, confusa.
¿Clarysse te ha dado a ti su Alma? –irrumpió el padre, igual de sorprendido.
¿SU QUÉ?
La joven enseguida se sonrojó al descubrir que había alzado ligeramente la voz y todos los elfos la miraban con el ceño fruncido. Maldición.
Su Alma –repitió Hisaé, sin dejar de mirar fijamente la flor marchita–. Este objeto es una pequeña parte del alma de Clarysse. Es decir, desprende lo que siente ella en cada momento. –Hizo una breve pausa para tragar saliva e intentar evitar que las lágrimas volvieran a salir de sus ojos–. Ahora está marchita porque ella ya no está... aquí.
Todos los elfos bajaron la cabeza. Melissa creyó que era como un gesto de compasión o sentimiento. No se lo pensó dos veces y se desabrochó el collar. Quitó la flor marchita del colgante, aferró la mano de Hisaé, dejando la palma abierta de esta hacia arriba, y le hizo entrega del Alma de Clarysse. Todos empezaron a lanzar exclamaciones repletas de confusión. Hisaé observó fijamente a Melissa, con los mofletes enrojecidos y las lágrimas a punto de emerger de sus ojos. Sí, tenía los mismos ojos que Clarysse.
¿Por qué...? –comenzó a decir.
Melissa la acalló con un gesto.
No digas nada más. Esta flor le pertenece a usted, Hisaé.
No –murmuró Hisaé negando enérgicamente con la cabeza–. No, no, no. Te equivocas. Ella te la entregó a ti. Es a ti a quien te pertenece. Tú debes quedártela.
Yo no puedo quedármelo, entiéndelo –repuso Melissa–. Hoy mismo me voy de aquí, y si me llevo la flor conmigo, con lo frágil que está, es muy probable que la pierda o incluso la rompa. Estará mucho más segura aquí, en Falesia. Junto con los de su raza. –Sonrió, pero al ver las expresiones que mostraban los elfos, recapacitó e intuyó que aquello del «Alma» podría ser una costumbre muy valiosa para ellos. Rápidamente, improvisó una excusa que valiera–. Pero, por supuesto, no dudaré en hacerle una visita de vez en cuando.
Las saladas lágrimas de Hisaé se desbordaron al fin. En un impulso, la elfa abrazó a Melissa, y esta se lo devolvió cortadamente. La verdad, no se lo esperaba, pero dejó que la mujer llorara en su hombro, es más, no le importó en absoluto que estuviera manchada de sangre.
Cuando abrió los ojos, descubrió que el Jefe estaba sentado en el suelo, mirándola sonriente. La oscuridad no le permitía verle el ojo con claridad, pero sabía que era hermoso, y tan misterioso como el resto de su ser.


Crad avanzaba en dirección contraria de donde estaban elfos. Nadie se percató de ello, pues todos estaban demasiado ocupados como para vigilar a un simple humano. En su mente se encontraban numerosos pensamientos que lo mantenían algo confuso. Aunque no lo exteriorizara, la escena que acababa de vivir le había afectado. Gruñó por lo bajo al recordar el numerito que Melissa había montado. Aquello había sido muy peligroso para ella; podría haber terminado mal si no hubiera estado él allí para cerrarle el pico.
«Será inocente –pensó mientras suspiraba–. Ya sabía yo que era demasiado impulsiva. Parece que no pertenezca a este mundo».
Pero luego recapacitó. A lo mejor no había tenido oportunidad de descubrir la realidad que la rodeaba, dado que estaba encerrada en ese «orfanato», como decía ella. Aunque la curiosidad le invadía por dentro. Nunca había oído hablar de nada parecido.
Se detuvo súbitamente y forzó la vista para lograr ver mejor lo que había unos metros más adelante de donde se encontraba.
Una joven elfa, de cabellos pelirrojos recogidos en una trenza de lado, vestida con unas botas altas, un top verde desgastado que dejaba entrever su ombligo y unos pantalones-falda amarronados, sentada sobre el suelo y apoyando la espalda en el tronco de un árbol. Miraba hacia el cielo de forma melancólica mientras acariciaba a Seisha cariñosamente, pero con apariencia ausente. Su carcaj estaba tirado en el suelo, junto a sus pies, pero el arco lo seguía sujetando con la mano libre.
Crad sonrió y se acercó lentamente. Sabía que no debería hacerlo, que a Elybel le gustaba estar sola para pensar tranquilamente, pero había tantas cosas que quería saber...
La elfa no volvió la cabeza, aunque Crad supo que ya se había percatado de su presencia. Se sentó a su lado, con cuidado. Entre él y Elybel estaba Seisha, el animal color crema, cuyos ojos azules se encontraban medio cerrados. Estaba a punto de dormirse.
El joven alzó la vista hacia el cielo. Sijahn seguía allí, avanzando muy lentamente. Los dos observaron al astro, en silencio, pero transmitiéndose sentimientos que no hacía falta transformarlos en palabras.
Nunca creí que mi hermana fuera capaz de hacer esto.
Crad miró a Elybel con compasión. Estas cosas no se le daban bien, pero Elybel era una amiga de la infancia y él tenía la obligación de estar allí, al menos para escucharla.
Sabía que era fría y distante, y que poseía cierta malicia en su interior –prosiguió, sin despegar la vista del cielo–; pero no hubiera imaginado que sería capaz de hacer lo que ha hecho –repitió.
No te culpes, Elybel –saltó Crad, adivinando sus pensamientos.
Sólo entonces, la elfa bajó la cabeza para enfrentarse a los ojos color avellana de su amigo humano.
¿Cómo no me voy a culpar? Era mi hermana y yo nunca sospeché nada –decía con los ojos ligeramente humedecidos–. Y ahora, para colmo, permito que se vaya.
Todos hubieran hecho lo mismo.
Todos no –refunfuñó Elybel, posando la vista al suelo–. Melissa posiblemente hubiera hecho justicia. Justo lo que debería haber hecho yo.
No le hagas caso, ella no conoce Anielle como nosotros –objetó Crad–. Ha estado ausente a las guerras de estos años, y no está acostumbrada a este tipo de cosas. Pero tranquila, que eso cambiará muy pronto. Le voy a echar tal bronca que...
Ni se te ocurra –interrumpió Elybel. Crad la miró interrogante–. En cierto modo, le tengo envidia. Ella posee esa fuerza interior que le permite dar la cara. Vale, puede que sea peligroso, dado que no está entrenada ni nada. Pero si va contigo, ya mejorará en lo referente a defenderse y pelear físicamente.
Crad sonrió de lado. Elybel era la chica que más cumplidos le hacía. En realidad, era la única chica más o menos de su edad con la que tenía amistad. Bueno, ahora tenía a Melissa, pero no sabía si eso era amistad o simplemente compañerismo de viaje.
En todo caso, no quiero que la contamines de la realidad.
Ambos mantuvieron sus miradas, sonrientes. El cuerpo de Seisha subía y bajaba lentamente, y sus ojos ya estaban cerrados por completo. El silencio invadió el espacio en el que se encontraban. Sus mentes volvieron al pasado, en aquellas escapadas que hacían ambos para poder verse. Entonces lo encontraban todo una aventura, dado que el bosque era muy peligroso y además los elfos de Falesia y los humanos no tenían buenas relaciones. Pero pasado tanto tiempo, todos habían descubierto su secreto y ya se habían acostumbrado a verle la cara a Crad. Por ello, no se habían quejado mucho al encontrarse con una nueva inquilina en Falesia.
Elybel estaba tan sumida en sus pensamientos que no se percataba de que su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia el joven. Crad sí que se dio cuenta de ello, pero no sabía cómo reaccionar. Su corazón iba a un ritmo descabellado, y su cerebro intentaba encontrar una solución al «posible futuro acontecimiento». En su interior, había predecido algo así desde hacía tiempo, pero había logrado convencerse de que no era posible. Por desgracia, no comprendía ese tipo de sentimientos de las chicas, y aquello le había pillado desprevenido. ¿Cómo había pasado todo tan rápido? Apenas unos segundos antes estaban hablando de qué hacer con Melissa.
De súbito, Elybel se levantó, alertada. Crad la miró alzando las cejas, sorprendio. Sabía que Elybel tenía cambios repentinos de humor, pero aquello había sido muy exagerado.
¿Qué ocurre? –preguntó levantándose del suelo lentamente. Estaba recuperando su pulso normal, pero aún tenía la escena muy reciente en la mente.
¿No lo sientes, Crad? –contestó Elybel frunciendo el ceño y observando las copas de los árboles y la roca que ocultaba Falesia.
Yo no siento nada –respondió él encogiéndose de hombros.
El ambiente... está cargado –dijo ella, concentrada–. Esto... esto no es normal. Algo está ocurriendo. –De súbito, sus ojos se agrandaron y su rostro palideció–. El bosque... –logró murmurar, asustada.
¿El... bosque? –preguntó Crad, confuso.


«El fuego... quemará Falesia», pensaba Senlya.
La elfa y su compañero, Bowar, se habían detenido ante la puerta secreta de la ciudad de los elfos.
¡Vámonos, Senlya! –gritaba Bowar–. ¡El fuego se está acercando rápidamente!
Senlya miró a su espalda. En efecto, unas amenazadoras llamas se abrían paso entre los árboles. No tardarían en llegar hasta donde se encontraban.
Bowar tiró de la elfa, y esta no tuvo más remedio que dejarse llevar. Ambos rodearon la muralla de piedra –que desde el exterior parecía una gigantesca roca enredada por numerosas raíces de árboles– y corrieron hacia el Sur lo más rápido que les permitieron sus pies.
Senlya volvió la cabeza para echarle un último vistazo al fuego que se acercaba hacia el que había sido su hogar durante toda su vida.
Su corazón se encogió súbitamente, sin que ella pudiera hacer nada por evitar aquella sensación.


«¿Y ahora que hago?», se decía Syna.
Sabía que la joven a la que buscaba se encontraba muy, muy cerca. La percibía. Pero también podía ver que el fuego se estaba acercando peligrosamente hacia su posición. Si pudiera pararlo... Pero no tenía el suficiente poder como para detener semejante estropicio.
Su corcel negro empezaba a ponerse nervioso. El fuego le alteraba. Normal. Aún así, Syna luchaba para que el animal no huyera.
Se encontraban a unos metros de una gran roca que se perdía entre el follaje de los árboles. Syna acababa de ver pasar ante sus ojos a esa extraña pareja que se había encontrado anteriormente. Ellos no la habían visto, dado que estaba semioculta en la oscuridad.
Una fugaz visión asoló la mente de Syna, y le hizo atar cabos. Había visto a la elfa pelirroja observando un punto en concreto de la roca algo entristecida. Sonrió por lo bajo. Lo había conseguido. La había encontrado. Sí, al fin su misión estaba cumplida.
Bueno, aún no, pero ella estaba encerrada en una ciudad que solo tenía una entrada. Porque solo tenía una entrada, ¿no?
La duda le hizo golpear al animal con el pie derecho y avanzar hasta la puerta secreta con rapidez. Esta se encontraba muy bien oculta bajo enredaderas y ramas de árboles que crecían entre las grietas de la dura pared de la piedra.

11 comentarios:

  1. Elybel me cae tan bien (L)
    SYYYYYYYYYYYYYYYYYYYNAAAAAAAAAAAAA <33333
    ¿A quién narices está buscando? ¿A Melissa? Me he perdido T___T
    Ay me puso muy triste la escena de decapitación sangrienta de Clarysse...me recordó mucho a la muerte de Mark ;_; Pobrecilla jolín T__T

    Amé a Crad en su momento de:
    -Le voy a echar cacho bronca...
    Ahí estamos, ahí estamos >:D

    He percibido cierta justificación al carácter de Melissa en lo que hablaba Elybel con Crad o es cosa mía? XD
    Lo siento, pero sigo teniéndole manía T_T

    SYNA RULES :DDDDDDDD
    CRAD RULES :DDDDDDDD
    ELYBEL RULES :DDDDDD
    Fuego rules?? XDD

    Clarysse y Cown tendrían que conocerse JAJAJAJAJAJA Ambos con sus almas en otras personas, pobrecillos. Aunque Cown no es que vaya regalando flores-almosas a Norian. SERÍA GENIAL AJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ LOL ya me voy XDDD

    Un besote amore.
    Quérote<33

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    1. Bueeeno, no lo digo directamente, pero doy a entender que a Melissa xD
      Oiiiiix, pobre Melissa... Cuidaín que te tirará diccionarios si vas diciendo eso por ahí >xD
      JAJAJAJAJAJAJJAJAJAJJAJJAJAJAJJAJA XDD Flores-amosas a Norian xDD Digno de leer JAJAJAJAJJA XDD

      ¡Besos pa' ti también!;) <33

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  2. Hola :) He estado leyendo tu historia y me ha gustado ;) Yo también escribo, si quieres pásate por mi blog y déjame un comentario con tu opinión :D Un beso :3

    http://loquediceunamirada-minovela.blogspot.com

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  3. me encata acabode leer toos tus capitulos seguidamenteee :) melissa y crad (L)

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    1. O.O ¡Me alegro mucho de que te gusten, de verdad! Muchas gracias por prestarle tiempo a mi novela, y por dejarme un comentario afirmándomelo :D

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  4. *____* melissa dios me encanta como le dió la alma de clarysse a la madre , es que ha sido tan enternecedor y sobre todo cuando la madre acariciaba a la niña daba miedo , a mi me ha dado miedo pero a la vez respeto y ternura .

    ¬¬¬
    eybel no puede sentir nada hacia Crad , no me niego amistad y nada más , que me cae bien pero NO PARA QUE PASE NADA FUERA DE TONO CON CRAD ;D pero me gusta como defiende a melissa *_* y la cara de Crad cuando Eybel se levanta de repente debió de ser mortal , hubiera pagado por verla .

    La que ha liado Syna en un momento XD si es que es un peligro esa mujer pero vamos que se la quiere igual *_*

    Voy a seguir leyendo porque como el fuego acabe con todo adiós historia XD que va llegara Syna montada a caballo y salvara a Crad y a melissa . Los demás que se busquen la vida XD

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  5. Lo siento, lo sientoo!! Veras, es que desde ayer, me saque un poco de tiempo para leer tu novela, y ya estoy por aqui ya que me esta pareciendo super interesante y me tiene muy enganchada por que escribes muy bien, solo que no soy muy buena en esto de los comentarios y me daba cosa que no te gustara algo simple. Asi que por eso me he esperado lo sufiente como para ponerte algo digno y pues aqui estoy, con ganas de saber mas sobre Melissa, Crad y Anielle... El principio ya de por si me engancho, pero cuando Melissa conocio a Crad y este la salvo y la llevo a su casa me volvi una loca leyendo el resto... Me encantan los nombres, los paisajes, los animales, y esa imaginacion que tienes para crear a los personajes, sus rasgos y caracteristicas... Syna me gusta, porque se que tiene un buen proposito respecto a Melissa, Clarysse me da mucha pena, y Elybel no me agrada mucho, porque veo que esta interesada en Crad y eso hace que se separe de Melissa jajaja :)
    Mmm... veo que te gustan mucho las "y" porque casi todos los nombres las llevan jajaja, y solo espero poder alcanzarte en la historia
    Siento muchisimo no haber comentado antes, de verdad, pero no sabia que decir, y espero que no te moleste mi comentario o simplemente que no te guste... Un beso, y sigue asi que escribes increiblemente bien :)

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    1. O.O ¡NO PASA NADA, TRANQUILA! En serio, no me importa, sé que hay gente que no suele comentar, pero no me importa mucho, en serio, lo comprendo. Con que alguien le dé tiempo a mi novela, estoy feliz. No os obligo a que escribáis grandes comentarios, porque sé que a algunos no se les da bien (yo aprendí con la práctica al final, a mí también me daba miedo eso que tú dices. Pero no te preocupes, a mí todos los comentarios me gustan).

      Jajajajajjajajaja xD Lo de la "y", sí, es que sólo se me ocurren nombres con "y" xD Uso como escusa que el idioma de Anielle tiene muchas "y", al igual que el español tiene muchas "a" xD

      ME GUSTA MUCHO TU COMENTARIO!<33 No te preocupes por ello, de verdad. Me has animado mucho, te lo agradezco ^-^ Siempre sienta bien que te digan eso. ¡¡¡MUCHAS GRACIAAAAAAAS!!!<33

      ¡Muchísimos besos!*-*

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  6. Bueno, aquí te dejo mi comentario!!! ^^ sigo sin estar inspirada, pero ya va siendo hora u.u
    Me ha dado mucha penita la decapitación de Clarysse :( ¿Por qué le has hecho eso? D: mala persona... Bowar es el que tiene que morir! muereee! ¬¬
    Y Elybel no me cae bien ¬.¬ que ha sido ese momento tan extraño entre Crad y ella? ¡NO ME GUSTA! Tiene que estar con Melissa, de acuerdo? ù.ú
    Syna me sigue encantandoo! es tan misteriosa... *_____* es que no se bien como describirlo... Ains tiene ese aura de mala pero se ve que no jujuju
    Bueno, un beso y siento no poder ponerte más >.< Sigue así guapísima

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  7. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CLARYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYSSE!!!!!!!!!!! TE ADORO PEQUEÑAJA. Eso de la flor y el Alma de Clarysse, aiiiiish<3 me ha encantado, adoro esas cosas de las almas y todo eso sacdyacd♥

    SYNASYNASYNASYNASYNASYNASYNASYNASYNASYNA♥ QUIERO QUE ENCUENTRE A CRAD Y A MELISSA DE UNA VEZ D:

    Vale, a partir de ahora le pondré un apodo a Crad: Cradie. o Craddy. ♥ :|
    ¡¡¡Jooooooooo!!! Ojalá Cradie y Elybel se hubieran besado TTuTT
    Le tengo una manía a Senlya, pero creo que más a Bowar. DECAPITÓ A CLARYSSE. LO ODIO. LO ABORREZCO(?) Aunque en sí el personaje de Bowar tiene algo que me gusta o.o No sé pero... lo odio pero jugando, (repito: DECAPITÓ A CLARYSSE. Eso no se perdona D:) pero tiene un "algo" en su carácter que me gustó, y no sé que es u.u


    El capítulo me ha encantado, Ana, un besazo!! <33

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Muchísimas gracias por tu comentario :)