Miembros de la Séptima Estrella

lunes, 13 de febrero de 2012

[L1] Capítulo 9: A la fuga



Un cuerpo pequeño y delicado yacía muerto sobre el suelo, en mitad de la noche. Desde la perspectiva de Melissa se podía ver perfectamente que carecía de cabeza. Lo habían degollado.
Bowar sujetaba algo. Cuando la vista de Melissa pudo aclararse, descubrió que era la cabeza de la víctima. Un segundo después, el hombre la dejo caer al suelo. Esta rodó por la hierba fresca, dejando un camino carmesí a su paso. Su cabello rubio y delicado se empapó completamente de aquel color. Y entonces se detuvo, de cara a la atónita Melissa. Una mueca de horror se había paralizado en el rostro de la pequeña elfa.
Clarysse.
Las náuseas de Melissa aumentaron desmesuradamente, y un fuerte dolor en el pecho hizo que arqueara la espalda ligeramente hacia delante. Estaba a punto de gritar de pleno terror, cuando una mano le tapó la boca y la tiró hacia atrás, obligándola a tumbarse sobre la hierba. El sol de aquel mundo ya emanaba por el horizonte, por lo que la visión era mayor. Así pudo saber Melissa que aquel que la acababa de sorprender era ni más ni menos que Crad, quien ya se había puesto su camisa blanca.
Abrió mucho los ojos. El susto aún estaba presente en su corazón. Crad colocó el dedo índice de su mano libre sobre sus propios labios, para indicarle que guardara silencio. Melissa tardó unos segundos en sentirse segura y asentir con la cabeza, convencida de que cumpliría su promesa. Y así, Crad retiró la mano. No obstante, lo hizo muy lentamente, aún desconfiado.
Sus miradas se encontraron, y, sin quererlo, estuvieron así varios segundos. Hasta que descubrieron que aquella situación era muy incómoda, y enseguida se les subieron los colores a ambos. Melissa quiso levantarse ligeramente, pero entonces, algo les llamó la atención.
¡No! –gritó Senlya–. ¡Hay alguien más!
«Mierda», pensó para sí.
Crad le aferró su mano y empezó a correr en cuclillas, algo muy extraño y difícil de hacer para Melissa, quién avanzó lo más agachada que pudo, dejándose llevar por el chico. Desgraciadamente, Crad corría demasiado para la pobre Melissa, por lo que la joven enseguida comenzó a tropezar con todo lo que se encontraba, y ambos disminuyeron la marcha.
Tan solo les quedaba un par de metros para salir de la zona más poblada de árboles y llegar al círculo de cabañas de Falesia, cuando una sombra les obstaculizó el paso, obligándoles a quedarse en el suelo. Armadura negra, cabello cuasi blanco y ojos de un verde brillante.
Vaya, vaya, vaya –dijo con su extraña voz aterciopelada, mientras se frotaba la pelusilla de su barbilla con los dedos índice y pulgar–. ¿Pero qué tenemos aquí? Una parejita espía.
Cállate, asqueroso asesino –escupió Melissa, sin poder contenerse.
Bowar inclinó su cuerpo hacia delante, dejando su rostro y el de Melissa a distancia de unos quince centímetros.
Oh, una chica dura –se burló–. Nunca te había visto por aquí.
Será porque ni soy asesina, ni soy prostituta.
«Oh, mierda», pensó la joven al terminar su frase. Pero enseguida recapacitó, convenciéndose a sí misma de que a lo mejor no sabían qué era una prostituta.
Las risas de Crad y la terrible mirada de Bowar dieron a entender que sí conocían su existencia. ¿Pero por qué demonios lo sabían? ¿En Anielle también había burdeles?
¿Has visto lo que le he hecho a tu amiguita? –preguntó Bowar retóricamente, intentando esconder su herido orgullo. Posó el frío filo de su espada casi rozando el cuello de Melissa–. Eso no es nada comparado con lo que puedo hacer. Así que no me hagas enfadar, porque si no...
El susurro de una flecha alertó a todos los presentes. Dicha flecha se clavó en el tronco de un árbol. Tanto Crad y Melissa sospecharon quién podría ser la dueña del arma. Pero Bowar no, por lo que se volvió completamente para descubrir a su atacante.
Sí. En efecto, era la pelirroja y valiente Elybel, acompañada por su lobo-zorro, Seisha.
¡Déjalos en paz! –gritó, en un tono de voz guerrero.
La punta de una nueva flecha apuntaba hacia Bowar. El rostro de la elfa mostraba una expresión amenazadora y segura, y el extraño verde-dorado de sus ojos parecía brillar con mayor intensidad.
¿Cómo te atreves a amenazarme, niña? –dijo Bowar intentando sonar imponente–. ¿Crees que infundes temor? Solo das pena. Nada más que pena.
¡Tú eres el único que da pena aquí! –chilló Elybel. Se veía que Bowar había conseguido enojarla.
El sonido del arco al tensarse provocó que los músculos, ocultos bajo la oscura armadura de Bowar, se encogieran. Estaba algo asustado, aunque no lo reconocería por nada del mundo.
Elybel se preparó para disparar. Sus ojos se entrecerraron, lanzando una mirada furtiva hacia su próxima víctima. El ambiente se silenció completamente, y todos esperaban expectantes a que algo ocurriera.
Una flecha. Una elfa. Un objetivo. Una oportunidad.
Porque sabían que Bowar no era estúpido, que era rápido a pesar del peso de la armadura sobre él, y que se podría escurrir en cualquier momento.
¡No! ¡Elybel!
Una quinta figura apareció en escena. Iba vestida con una capa oscura, y tenía un cabello largo y pelirrojo, de brillantes ondulaciones. Se interpuso entre Bowar y Elybel, con los brazos abiertos en modo defensivo. Todos se quedaron petrificados en el sitio, observando a la nueva aparición con claro asombro mostrado en sus rostros.
¿Senlya? –murmuró Elybel destensando y bajando el arco con rapidez–. ¿Qué estás haciendo? ¡Apártate! ¡Voy a matarlo! ¡Es un espía!
Y dicho esto volvió a apuntar hacia Bowar por encima de la cabeza de su hermana. Aquel hombre de ojos verdes era incluso más alto que Senlya, cosa que no muchos conseguían, y menos humanos. Los elfos de Falesia solían ser ligeramente más altos que estos.
¡No, detente! –volvió a chillar Senlya–. ¡Ellos son los traidores!
Su largo y delicado dedo índice señalaba hacia Crad y Melissa, que se encontaban aún en el suelo. Estos se quedaron patidifusos ante la falsa acusación de la elfa.
¿Cómo? –susurró Elybel, desconcertada.
Todas las miradas se posaron en los dos jóvenes.
¡No le hagas caso, Elybel! –exclamó Melissa, enfurecida–. ¡Ella es la única traidora aquí! ¡Os ha traicionado a todos! ¡Está aliada con Gouverón!
¿Qué? –Cada vez, Elybel estaba más confusa.
¡No la escuches! –contraatacó Senlya inmediatamente, elevando la voz–. ¡Está mintiendo! ¡Ella es la traidora! ¡Ella ha convencido a Crad para que se pase al otro bando!
¿Yo? –preguntó el interpelado como si fuera lo primero que hubiera escuchado en esa extraña y alocada conversación.
¡Mientes, asquerosa! –gritó Melissa, levantándose del suelo con los puños apretados–. Yo he escuchado toda la conversación.
Senlya le lanzó una mirada asesina, pero Melissa ni se inmutó. Soportó sus ojos sin ningún tipo de esfuerzo. Pasaron varios segundos antes de que la elfa se rindiera y volviera la vista hacia su hermana pequeña, con una exagerada súplica dibujada en su bello rostro de porcelana.
¿Acaso vas a hacerle más caso a esta chica que acabas de conocer que a mí, tu hermana? –preguntó, tiñendo su voz de una falsa tristeza.
¡Pero será falsa, la tía esta! –La furia de Melissa asustaba a los presentes–. Y esta chica tiene un nombre, ¿vale?
Melissa... –murmuró Crad.
La joven giró la cabeza hacia la voz. Crad se encontraba ahora tras su espalda, también de pie, y sujetándole los hombros como si temiera que se abalanzara hacia adelante y le empezara a tirar de los pelos a Senlya –cosa que realmente tenía ganas de hacer–. El chico tenía intención de tranquilizarla, y lo cierto es que parecía el único que tenía posibilidades de conseguirlo de entre los que se encontraban allí presentes.
¡No, Crad! –replicó Melissa, a pleno pulmón. Su rostro estaba rojo de rabia. Parecía a punto de estallar–. ¡Elybel tiene derecho a saber la verdad!
¡Clarysse!
La grave voz del elfo los alertó. Los cinco divisaron a una pareja que corría al borde de las lágrimas hacia donde los árboles eran más abundantes. Para sorpresa de todos, la pareja los ignoró completamente. Estaban demasiado atareados buscando a su hija.
No... –susurró Melissa, comprendiendo quiénes eran esos dos.
Las manos de Crad se aferraron más fuerte alrededor de sus hombros.
No vayas, Melissa. No vayas –susurró en su oído.
Volvieron las náuseas, el vacío en el pecho y los mareos. Fijó la vista en una piedra del suelo, para así poder evitar llorar. Había aprendido que si fijaba la vista en un punto fijo, era mucho más fácil reprimir las lágrimas.
El grito desgarrador de la madre de Clarysse inundó el sólido silencio que se había formado. Melissa se llevó la mano a la barriga instintivamente, y entonces sí que cerró los ojos, porque no pudo aguantarlo más. Llevó su mano libre hacia atrás, y agarró la camisa blanca de Crad con fuerza. Necesitaba aferrarse a algo para no desplomarse al suelo. Aquellos cambios tan repentinos de humor no le sentaban nada bien.
El nombre de la pequeña elfa siguió oyéndose repetidas veces. Todos supieron que enseguida los demás elfos de Falesia se alertarían y saldrían a ver qué era lo que ocurría.
Senlya –dijo entonces Elybel–. ¿Cómo has podido?
Melissa volvió a abrir los ojos y miró a la elfa frunciendo el ceño. ¿Había descubierto Elybel que eran ciertos los avisos sobre la traición? Pero, ¿por qué ahora? Melissa no lo entendía, estaba confusa. Y para colmo, el trauma de la brutal muerte que había presenciado aún estaba reciente en su mente. Por no hablar de la rabia que había soltado contra los traidores. Supuso entonces que todo podría estar relacionado. 
Elybel, deja que te lo explique –suplicó Senlya. ¿Seguía fingiendo? No se podía saber con certeza, dado que era bastante buena mintiendo–. Todo es mucho más lógico de lo que parece. No había otra forma, Elybel, yo...
Vete.
Todos se quedaron mirando a Elybel como si esta estuviera loca.
¿Qué? –murmuró Senlya.
Que te vayas, he dicho. Y tú también –le dijo a Bowar, mirándolo fijamente con su fría expresión–. Antes de que os vean los demás. Iros y no volváis aquí nunca más.
¿Pero qué demonios dices? –Melissa avanzó un paso. No había podido controlarse–. ¡Os han traicionado a todos!
La mano de Crad le tapó completamente la boca. Melissa forcejeó, pero no había nada que hacer contra la fuerza del joven. ¿Por qué la retenía? ¿Es que él también era un traidor? ¿Y Elybel también? No entendía nada.
Su frustración se vio aumentada cuando observó a Senlya y a Bowar correr hacia la oscuridad. Huían. Y ni Elybel ni Crad se inmutaban. Ya no sabía qué pensar, ya no sabía en quién confiar.
Elybel bajó el arco, dio media vuelta, y se fue sin mediar palabra. Seisha dudó unos instantes, gimió levemente y siguió a su ama. Melissa se libró al fin de los brazo de Crad, y se giró completamente hacia este, con cara de querer estrangularle allí mismo.
¿Qué has hecho, Crad? ¿No eras tú el que decía que los únicos que podían salvar este mundo eran sus habitantes? –El joven bajó la mirada–. ¡Pues yo creo que dejando escapar a los traidores no se soluciona nada! ¿Por qué no le querías contar a Elybel la verdad? ¡Tú también lo habías visto, estabas allí!
Pues porque a mí tampoco me gustaría que me dijeran que Cede es una traidora.
Melissa palideció completamente, cogida por sorpresa. Las palabras de Crad habían sido serenas pero con decisión. Y habían llegado bien hondo al corazón de Melissa. Le sorprendía el sentimiento que emanaba de la voz de Crad en aquel momento. Estaba casi acongojada.
Yo... –No sabía qué decir. Varios pensamientos asolaron su ya confusa mente. Crad era bueno, al fin y al cabo. Sus razones habían sido buenas. No había por qué desconfiar de él. Se sentía mal por su reacción–. Debo ir a disculparme con Elybel.
Y dicho esto, se dio la vuelta para dirigirse hacia donde la elfa y Seisha habían desaparecido. Pero algo la retuvo. Descubrió que se trataba de la mano de Crad, que había aferrado su brazo con fuerza, y la miraba con seriedad.
No lo hagas, Melissa –dijo sin apartar la mirada de sus ojos–. Solo conseguirás que se sienta aún peor.
Pero...
Crad negó con la cabeza, y cuando Melissa se resignó, soltó su brazo. Ambos se quedaron en silencio. Tardaron en darse cuenta de que varios elfos ya corrían hacia el origen de los gritos que se oían entre los árboles.
Elybel dijo que debíamos irnos al amanecer –irrumpió Crad. Al atraer la mirada de Melissa, señaló hacia el cielo–. Y creo que ya se está acercando la hora.
Melissa asintió, seria. Todo tipo de palabras se habían congelado en su interior. Su mirada se desvió hacia el lugar donde todos los elfos se reunían, en la frondosidad de los árboles, junto al cuerpo sin vida de Clarysse. Tras unos segundos de vacilación, caminó hacia allí, lenta pero decididamente. No dijo nada. No hacía falta. Necesitaba despedirse por última vez de Clarysse antes de marcharse con Crad. Y él lo entendía a la perfección, pero no quiso acompañarla. Se quedó con los brazos cruzados sobre el pecho, apoyando la espalda en un tronco, y mirando hacia el hermoso y grande Sijahn, el astro azul.


Te das cuenta de lo que esto va a significar, ¿no?
Cállate.
Nuestro señor no va a tener piedad, Senlya.
¡Que te calles he dicho!
Acababan de salir de Falesia; apenas llevaban caminando unos cincuenta metros. Bowar iba tras Senlya, mostrándose preocupado por el futuro de su compañera. En cambio, la elfa tenía una expresión seria y furiosa a la vez. No cesaba de pensar en lo que acababa de ocurrirles. Desde que habían descubierto que los dos jóvenes humanos los estaban espiando, hasta que su propia hermana le había tenido que perdonar la vida. ¿Sabía Elybel que, aún así, iba morir igualmente? Podría ser que sí, o podría ser que no. Pero Senlya se aferraba al hecho de que era mucho más noble y menos humillante morir a manos del señor al que servía que de su hermana menor.
Ambos se detuvieron de súbito. Se miraron mutuamente, con el ceño fruncido. Notaban el ambiente como más cargado. Los cascos de un caballo los alertaron. Volvieron la cabeza hacia todos los lados, buscando el origen del sonido. Entre los árboles vieron aparecer a una joven de cabello negro, lacio y largo, y ojos dorados como dos luceros, montando un precioso corcel negro moteado de pequeños puntos grises.
Por la expresión que aquella mujer mostraba, supieron que algo no iba bien.
La joven hizo detener el caballo ante ellos. Ambos retrocedieron un paso, pues el animal se puso a relinchar como un loco, y a la mujer le costó tranquilizarlo.
¿Habéis visto a dos jóvenes por aquí? –preguntó la jinete, sin mostrar vergüenza alguna, completamente inexpresiva.
¿Por qué deberíamos decirte si los hemos visto o no? –contestó Bowar.
Syna resopló. Ya estaba igual que con los delincuentes errantes. ¿Por qué todos tenían ese afán por ganar orgullo? Que respondieran y ya está. No pedía mucho.
¿Los habéis visto o no?
Queremos saber las razones por las que los busca –repuso él, tozudo.
No os las daré –respondió Syna de inmediato–. ¿Los habéis visto o no?
Nosotros no diremos nada.
La joven estaba perdiendo la paciencia. Le empezaban a entrar instintos asesinos hacia el hombre de la armadura, pero sabía que debía controlarse. Miró a la elfa casi por primera vez. Para su sorpresa, esta le sonreía. Sus ojos reflejaban una extraña maldad. No le hizo falta mucho más para saber que era alguna esbirra de Gouverón. Al igual que su acompañante.
Entonces supo que, si sus instintos eran ciertos, no debía entretenerse más ni entrar en detalles. Si no, sospecharían. Y la joven a la que buscaba correría un grave peligro.
Se incorporó en la silla del caballo y aferró fuertemente las riendas.
Veo que no sabéis dónde se encuentran –dijo seriamente–. Nada me retiene ya aquí.
Espera –irrumpió la voz de la elfa, en el último segundo.
Syna maldijo para sus adentros.
Dime –bufó.
Puede que sí que los hayamos visto –murmuró en un tono de voz escalofriante–. Pero mucho me temo que no te será posible encontrarlos. Digamos que están en un lugar donde no se les permite la entrada a algunas personas.
Tardó un par de segundos en procesar lo que la elfa le había contado. Luego, sonrió.
Gracias por la información. –Miró hacia atrás en un autoreflejo. En su rostro se podía reflejar un atisbo de preocupación. De nuevo volvió los ojos al frente y se preparó para hacer galopar a su caballo–. Yo de vosotros correría.
Y se fue, dejando atrás a una Senlya y a un Bowar confusos.
De forma súbita, los instintos de la elfa salieron a la luz, y sus ojos se movieron hacia el punto que tanto había preocupado a Syna. Lanzó una exclamación ahogada, sin poder contenerse. Aferró la mano de Bowar y se lo llevó por delante, retomando los pasos que habían dado hasta llegar allí.
¿Qué ocurre, Senlya? –preguntó Bowar extrañado.
Vámonos de aquí. Deprisa.
¿Pero qué hay?
Senlya se paró en seco y lo miró a los ojos fijamente.
Fuego es lo que hay, Bowar –explicó con lentitud–. Fuego.

7 comentarios:

  1. Creo que hay algunas cosas mal expresadas en el momento de la traición y me parece que sucedió todo demasiado rápido. El modo en el que la elfa descubre que su hermana es una traidora...tuve que releerlo varias veces para entenderlo.
    Por otra parte.....SYYYYYYYYYYYYYYYYYNAAAAAAAAAAAAAAAAAAA !!!!!!
    La adoro, la adoro, la adoro. Es el mejor personaje(L)
    Crad es cuqui <33
    Vas a matarme... quiero decirte algo pero...es que si te lo digo, me matas T_______T
    ¿Puedo decírtelo sin que te lo tomes a mal como una opinión mía que no tiene nada que ver con la expresión ni nada así? T^T es que me corcome por dentro XDD

    SYNA<3333333

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  2. Alaaaaa pobre Clarysse :( me ha dado mucha pena.... y todo el asunto ese de las hermanas si esq no te puedes fiar ni de tu sombra :S
    Voy a ponerme al dia con tu historia ;) un besote ana!

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    1. Ashley :'D (Te digo Ashley porque no sé cómo llamarte...). Buf, cuánto me alegro de que tenerte de nuevo por aquí^^ Echaba de menos tu blog :( Jajajajajajjaja^^ Sí, lo de las hermanas lo he hecho precisamente para transmitir esa idea.

      Me encantas, amor ;D ¡Besos!

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  3. :o :O te juro que mejoras en cada capitulo en cada uno me meto mas en la historia . DIOS ES QUE HE LLORADO , HE LLORADO . Que osy de lágrima facil pero pocas historias de blogs me han hecho llorar :o es que enserio tenía cierto aprecio hacia clarysse te juro que me he emocionado y ahora todo el mundo preguntandome porque estoy emocionada XD Bueno que enserio estoy flipando porque en un momento me has hecho cambiar de idea con respecto a Eybel y de verdad que ahora la he cogido cariño y la entiendo pero su hermana Y EL BOWAR DE LAS NARICES ¬¬ que asco los tengo tendrían que morir entre fuego y terribles sufrimientos y syna los tendría que haber matado :O ES QUE ENTIENDO QUE MELISSA SE PUSIERA ASI JAJAJJAJAJJAJAJJA con lo de ´´ sera porque no soy ni una asesina ni una prostituta `` JAJAJAJA me has matado con eso .
    Puff es que son tantas emociones las que me ha transmitido el capitulo enserio estoy entre enfadada , emocionada , triste , enamorada ( de crad *_* es tan cuki cuando la detiene ) , y con una adrenalina en el cuerpo DIOS ES QUE ME ENCANTAS ME ENCANTAS ES QUE TODO MEJORA CON CADA CAPITULO .

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  4. WAAA!!!!!! Me encantaa!! Dios, me ha matado lo de Clarysse T_T Menos mal que Elybel ha creído a Melissa... Me ha matado Crad cuando dice: pues porque a mi tampoco me gustaría que dijesen que Cede es una traidora. Me encanta la historiaa *___________________* Senlya tiene que morir ò.ó ¿Cómo te puede caer bien? Pero has visto como intenta mentir la muy falsa???? Echándole el muerto a Crad y Melissa!! La reacción de Melissa me ha gustado, yo habría hecho lo mismo jajaja Y Syna!!!!!!!!!!!! *_________*
    me encanta esa tía.
    Sigue así :D

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  5. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!!!!!!!!! CLARYYYYYSSEEEEE!!! Mi elfecilla rubiecita asgydvyadfac♥

    Muere.
    Murió.
    No va a volver.

    KYAAAAAAAAAAAAAA ¡¡Me encanta este capítulo!! ¡¡¡¡YO SABIA QUE SENLYA NO ERA DE FIAR!!!! *corre en círculos chillando '¡lo sabía!', y llorando por Clarysse al mismo tiempo*
    Ah, Elybel. Yo que tú los habría matado. A Senlya no, pero a Bowar, e.e.e.e.e.e
    Es decir, ¡CLARYSSE! ¡DECAPITÓ A CLARYSSE! D: Me imagino a una Clarysse persiguiendo a Senlya y a Bowar como un fantasma igual al jinete sin cabeza, persiguiéndolos por el resto de sus días 8) eso sería lindo.

    Ahora: SYNAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA<3 Laadorolaadoro♥ al principio pensé que quería matar a a Melissa y a Crad, pero ahora pienso que la busca porque es una Enviada, y quiere protegerlos *-* ¡no puedo esperar para que se encuentren por primera vez! He de decir que comparto la misma opinión de Gaby, sería genial que Syna se quede con Crad♥ o que Crad se quede con Elybel, no sé, pero Syna... tiene que quedar con alguien *-*

    ¡Un beso, Ana!

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Muchísimas gracias por tu comentario :)